López Obrador insiste en que ellos son diferentes. No lo son. Sería difícil que lo fueran cuando casi todos provienen del viejo PRI, de la peor versión del partido al que dicen detestar. Tienen las mismas mañas, los mismos vicios y también las mismas debilidades. Por eso, este sexenio acabará como otros sexenios priístas: con un Presidente solo, un equipo en el que cada quien vela por sus propios intereses y con algún nivel de crisis económica.
¿De dónde puede provenir ésta? Hay un deterioro claro. Per cápita, habremos perdido 10 años pues nuestra economía tendrá, a fines de 2023, el mismo tamaño que tenía en 2013. En 2022 habrá algo de crecimiento, quizá 1.7%, todo originado por Estados Unidos. Nuestras exportaciones han crecido 18.2% este año, gracias a la fortaleza de la demanda estadounidense, y las remesas 16.6% en parte por la necesidad que esa economía tiene de trabajadores. Pero viene una recesión, no demasiado profunda, en EU. Suficiente para que en 2023 crezcamos cero, o quizá decrezcamos un poco.
A muchos impresiona la popularidad de AMLO. En mi opinión, ésta puede resultar más efímera de lo que se teme. El descontento de la gente se refleja en la creciente migración. 40% de las detenciones en la frontera ya son de mexicanos, después de más de una década de migración decreciente. Si “el pueblo” está tan contento, ¿por qué arriesga la vida yéndose al país vecino?
El otro gran peligro es nuestro conflicto comercial norteamericano. México va a perder esta disputa. Claramente, estamos violando el acuerdo al bloquear la libre participación de empresas de EU en el sector energético. El riesgo es que la resolución fuerce a México a revertir la Ley de la Industria Eléctrica, a lo cual AMLO podría oponerse por el alto costo político que eso tendría con su base. Dada nuestra dependencia de esa relación comercial para crecer, ponerla en riesgo garantizaría una devaluación del peso. Espero que alguien se lo esté explicando al Presidente. Sabemos que evitarla ha sido su obsesión, pero ya ha cometido costosos errores en el pasado, como cancelar el nuevo aeropuerto.
La falta de medicamentos y vacunas prevalecerá. Otra vez no compraron vacunas del cuadro básico para 2023. Empieza a haber brotes de enfermedades infantiles que estaban casi erradicadas. El acceso a salud pública básica será cada vez más difícil, y la necesidad de gasto en salud privada más alta justo cuando el presupuesto familiar estará más apretado. Mientras el presupuesto para Dos Bocas ya va en 20 mil millones de dólares (cuando originalmente eran 8 mil), el subsidio a las gasolinas costará otro tanto y Pemex lleva 60 mil millones de dólares de pérdidas, los presupuestos para educación y salud van a la baja. El déficit público sigue creciendo y se acercará a niveles peligrosos, mientras la deuda también crece. Sí, casi un tercio de las familias reciben pagos del gobierno, pero dos tercios no y también votan.
Nuestra economía ya se sobrecalienta con mínimo crecimiento, pues la falta de apoyo gubernamental durante la pandemia eliminó a muchas empresas y pequeños negocios. A consumo creciente, ya no tenemos capacidad de oferta para responderle.
Es por eso que Morena quiere una reforma electoral. Por eso los ataques al INE y a sus consejeros se han vuelto constantes y evidentes. Morena necesita generar suficiente incertidumbre sobre el árbitro electoral en caso de que se ofrezca en 2024.
AMLO también necesita convencernos de que su candidata es imbatible. Nada garantiza más ese desenlace que convencernos de que es inevitable. Eso haría que políticos opositores, medios de comunicación y empresarios doblen las manos y se sumen, tácitamente o de facto, a Morena.
Si las elecciones del Estado de México son razonablemente cerradas, y la oposición logra una candidatura única en 2024, la alternancia es más que posible, probable. Pero esa victoria tendría que ocurrir por un margen suficiente, pues un presidente que nunca ha reconocido una derrota, a pesar de haber perdido muchas veces, no empezará a hacerlo ahora. No son iguales, son mucho peores.
@jorgesuarezv