Es terrible ver cómo el dinero alcanza para comprar menos cosas. En el supermercado las frutas, verduras, tortillas, arroz, frijol, lácteos, todo está cada vez más caro. El servicio de salud pública a nivel nacional ha venido a menos desde que eliminaron el Seguro Popular y las medicinas escasean. Cínicamente, el Presidente sigue prometiendo tener una atención médica como la de Dinamarca y en cuatro años el servicio ha empeorado. Vivimos con temor de ser asaltados, de que nos roben, de vernos en una balacera y de padecer alguna situación de las que vemos en las noticias. La inseguridad se intensifica. La angustia se vive dentro y fuera de casa. Ya no hay tranquilidad ni lugar seguro. 

Los programas sociales que presume el Presidente son dádivas que fungen como paliativos a necesidades individuales, pero dejan hoyos en otros lados que quedan desatendidos. Los beneficiarios quedan agradecidos porque reciben un apoyo directo y no se dan cuenta de que instituciones y otros servicios dejan de funcionar. Así también, los favorecidos en los apoyos quedan subordinados hacia ese poder que va mermando la capacidad crítica y que paulatinamente despoja de la libertad personal convirtiéndote en súbdito incondicional. 

Y llega el Día de la Independencia y de gritar ¡Viva México! Pero siento un nudo en la garganta, impotencia y coraje. El nacionalismo actual cierra fronteras, afectando la economía que mucho depende del comercio internacional. La libertad de expresión es intimidada cuando es crítica al gobierno. ¿Cómo celebrar? No me nace festejar al México en el que nos estamos convirtiendo. México no puede ser de un solo hombre, de un presidente que destruye al País. 

Pero también pienso en mi abuelo y el esfuerzo que hacía por crecer y hacer crecer a otros. Pienso en las abuelas y madres que con gran esfuerzo sacaron a sus hijos adelante y les enseñaron a ser personas de bien. Pienso en tanta gente buena que lucha a diario y ayuda a otros con generosidad y gran espíritu de servicio. Pienso en el esfuerzo de Donovan Carrillo, joven atleta que pasó de entrenar en la pista de hielo de un centro comercial a los Juegos Olímpicos. Pienso en María Lorena Ramírez, corredora tarahumara, convertida en figura internacional, y pienso en miles de atletas, artistas, estudiantes y trabajadores que han superado muchos obstáculos. Esos pensamientos me devuelven la esperanza y una razón para celebrar la independencia de nuestro País. Gracias a estas personas México seguirá existiendo. 

La celebración del 15 de septiembre unifica a las y los mexicanos y nos recuerda nuestra identidad e historia de lucha. Nos brota ese sentimiento que nos hace gritar juntos ¡Viva México! Las estrofas de la canción con ese nombre, del compositor Pedro Galindo nos recuerdan por qué gritamos ¡Viva! “Soy pura mexicana. Y nunca me he rajado. Si quieren informarse, la historia les diré. Que México es valiente, y que nunca se ha rajado. ¡Viva la democracia y también la libertad!”. Ese Grito de Independencia que festeja la democracia y la libertad.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *