PARA DECIRLO en términos militares, Ricardo Monreal tuvo que tocar a retirada y replegar sus tropas en el Senado, ante la férrea defensa del bloque opositor integrado por PAN, PRD, MC, independientes y, curiosamente, la mayor parte del PRI.

AL MENOS AYER, la militarización de México se convirtió en el Waterloo de Napoleón López Obrador, perdón, Andrés Manuel. Y es que el Presidente no sólo pierde en su intentona de alargar la presencia de las Fuerzas Armadas en las calles y disimular el fracaso de la Guardia Nacional. Su mayor derrota es que no logró romper la alianza opositora.

TAMBIÉN salen perdiendo, por ahora, Alejandro “Alito” Moreno y Rubén Moreira, que no pudieron cumplir el acuerdo al que llegaron en lo oscurito con el gobierno federal. Sus operadores, Manuel Añorve y Jorge Carlos Ramírez Marín, fallaron en su misión de convencer a sus colegas de bancada y, de paso, quedaron exhibidos.

EN LA LISTA de los descalabros hay que incluir a Adán Augusto López y al general Luis Cresencio Sandoval, quienes estuvieron haciendo labores de zapa para “convencer” a los opositores y nomás no lo lograron… por ahora. Vienen 10 días de tentaciones, jaloneos y, seguramente, una que otra amenaza.

TODO INDICA que el panista Francisco García Cabeza de Vaca anda muy, pero muy nervioso por tener que entregarle la gubernatura la próxima semana a Américo Villarreal. A eso se debe, dicen, que el morenista saliera a advertir que el gobierno de Tamaulipas iba a intentar ¡aprehenderlo!

LA COSA se puso tan tensa en aquel estado que la administración estatal tuvo que aclarar que no tenía órdenes de aprehensión contra el gobernador electo o su familia. No es la primera vez que los panistas tamaulipecos tratan de embarrar judicialmente a Villarreal. Y de estas maniobras, dicen, sabe bastante Roberto Gil Zuarth, amigo y asesor del gobernador saliente.

VAYA RECIBIMIENTO tendrá Esteban Moctezuma cuando llegue hoy a Texas. El embajador visitará Laredo, justo al día siguiente de que el gobernador Greg Abbott emitió una orden ejecutiva para designar a los cárteles mexicanos como “organizaciones terroristas”.

LA DECISIÓN del republicano va a generar ruido e incomodidad en la relación bilateral, pues es algo que ningún presidente norteamericano se ha animado a hacer a nivel federal. Y si bien hay un elemento de lucha política en la denominación, lo cierto es que también refleja que la política mexicana de “abrazos, no balazos” no ha funcionado al desbordarse el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos. Y no en balde, dicen por allá: Don’t mess with Texas!

 

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *