Rafael de la Colina fue un diplomático nacido en Tulancingo el 20 de Septiembre de 1898. Hijo del profesor Manuel de la Colina (una escuela muy reconocida en nuestra ciudad llevó su nombre durante muchos años) y de Doña María Riquelme Palacio. Su abuelo paterno, Don Rafael de la Colina Palacio fue fundador del Instituto Científico y Literario de Hidalgo, antecedente de la Universidad del Estado.

En su autobiografía, editada por la Secretaría de Relaciones exteriores titulada “Rafael de la Colina, una vida de hechos” él mismo narra la forma en que se inició en el mundo de las relaciones diplomáticas siendo muy joven (en 1918), a través de una recomendación firmada por el mismísimo Presidente de la República de ese entonces, Venustiano Carranza.  Su camino en las relaciones exteriores comenzó desde la Revolución mexicana, cuando todo lo andado con Porfirio Díaz se había olvidado y comenzaba una nueva era.

Su primer puesto fue otorgado por Carranza y fue literalmente, el Secretario del secretario, para luego irse al consulado de  Filadelfia trabajando en varios puestos, hasta llegar a ser el cónsul delegado de México en la primera asamblea de la ONU.

De la Colina Riquelme participó en los trabajos previos a la constitución de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), fue representante permanente ante la misma de 1952 a 1959 y ocupó el cargo de vicepresidente de la delegación mexicana ante su Asamblea General en el período de 1952 a 1958. A partir de 1965, fue representante permanente ante la Organización de Estados Americanos (OEA), y de 1959 a 1965 se desempeñó como embajador en Canadá. Posteriormente sería embajador de México en Japón de 1962 a 1964.

 Según él mismo, en su autobiografía, fue muy elogiado, debido a su incansable trabajo para devolver dignamente a los mexicanos que se habían ido a EEUU después de la crisis económica.

Una calle de Tulancingo lleva su nombre, está en la colonia “El Paraíso”, aunque desafortunadamente poca gente en nuestra ciudad sabe quien fue este personaje que, forma parte de la historia de la Diplomacia moderna.

ACLARACIÓN       
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo

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