Nos ha costado mucho como país el tener un organismo electoral autónomo como hoy es el INE. No solo en acuerdos nacionales, sino también en dinero. Las prerrogativas a los partidos políticos y la operación del mismo Instituto Nacional Electoral no son poca cosa, pero solo con un árbitro independiente es posible tener hoy resultados confiables. Recordemos cuando el PRI organizaba con el maldito Bartlett las elecciones y donde ellos mismos ganaban siempre con el control de la “Comisión Federal Electoral”. Era el tiempo de la gloria del PRI.
Hoy, parece que desea nuestro presidente AMLO regresar a esos tiempos. Con ese gen priista que tiene Morena en sus entrañas, anunciaron que, en esta discusión nacional sobre la militarización del País, harán una consulta popular. Con esta figura que es potente y que nos costó mucho como País, crear en la Constitución, es que AMLO quiere ahora realizarla, pero como Bartlett lo hacía: convocando, organizando y dando resultados el propio gobierno.
El Presidente anunció en su conferencia mañanera esta semana, la realización de una consulta popular sobre la participación de militares en seguridad pública más allá del año 2024, la cual se llevaría a cabo en enero de 2023. Nos adelantó que Adán Augusto López, titular de la Segob, dará a conocer los términos del ejercicio que no se llamará “consulta” -y que no será organizado por el Instituto Nacional Electoral (INE), sino por la Secretaría de Gobernación-. Es decir, será organizado el partido deportivo por uno de los contendientes, siendo el árbitro ellos mismos, es decir, se trata de un juego de exhibición.
La realidad es que, en los sondeos nacionales, ante preguntas directas sobre la militarización y la inseguridad, hay una abrumadora mayoría que está de acuerdo con la presencia de las fuerzas armadas para contener al crimen organizado. Ante pregunta directa, en rangos de 70-80%, el pueblo opta por aceptar esta presencia. Los estudios de confianza en instituciones también lo confirman: las fuerzas armadas aparecen siempre en primer lugar y solo después la iglesia y las escuelas. Si desagregamos, la Marina Armada aparece en primer lugar.
Si nos vamos a preguntar sobre la inseguridad, las mediciones del INEGI y de encuestadoras, nos llevan a que alrededor del 75% de la población se siente insegura y alrededor del 60% ha sufrido cerca algún tipo de evento que perturba su seguridad. Esto es, así como la percepción nacional es que la política de “abrazos, no balazos” ha fracasado, al tener el gobierno federal una estrategia de contención y no de guerra, esto contrasta con la potente aceptación (bandas entre 55 y 65%) de aprobación del Presidente AMLO, pues le siguen dando el beneficio de la duda.
La cuestión es que si preguntáramos sobre si está de acuerdo el ciudadano en que la Guardia Nacional se haya militarizado, es decir, sea ya otra entidad militar, el rango de confianza es también muy alto, hasta encontrar mediciones oscilantes en el 65%. Esto, sin considerar las implicaciones en la vida cívica nuestra, pues la mayor parte de los paisanos no conocen de leyes y se limitarían a responder afirmativamente a esta decisión complicada de que el ejército sea ahora el poder real, junto al narcotráfico, de nuestra vida diaria.
Esto quiere decir, que dado que el presidente AMLO, hábilmente realizará su “consulta” o “ejercicio participativo” o “sondeo” o como le quiera llamar, podrá él, sin el INE, realizar las preguntas a conveniencia y con su partido Morena, logrará convocar, organizar, publicitar y hacer proselitismo político con todos los recursos del Gobierno federal y de las gubernaturas que controla, para comprobar lo que todos sabemos hoy: el pueblo acepta al ejército en las calles.
La cuestión es saber si en este ejercicio, AMLO podrá movilizar a millones de personas o si al igual que en las anteriores “consultas”, saldrá muy poca gente, dado que ya sabemos de antemano el resultado y que el no ser organizado por el INE, se convierte en un “partido de exhibición” y no en un “partido oficial”, pues ya sabemos quién ganará y será en realidad un ejercicio de publicidad junto con el exhibición de sus “corcholatas” refresqueras, para incrementar el margen de la goleada futbolera que será la elección presidencial del 2024.