La donación de órganos, tejidos y células, hoy en día son prácticas globalizadas que resultan en la prolongación de la vida y el mejoramiento de la calidad de la misma para multitud de personas a nivel internacional. Los avances y desarrollo en las técnicas de conservación, ablación, quirúrgicas e inmunosupresión, han incrementado la eficacia y la relación costo-efectividad de este tipo de procedimientos.
Sin embargo, los números respecto a donación y trasplantes nos hablan de un panorama de alta complejidad y un desafío mayúsculo para los gobiernos, instituciones y poblaciones. Podemos citar algunas cifras de comportamiento pre-pandemia: más de 53,000 trasplantes de órganos sólidos fueron realizados en la región de las Américas, representando casi el 40% del total internacional, de ellos, alrededor de 33,000 son relacionados a riñón y 11,000 son de hígado, siendo el trasplante de córnea el más frecuente a nivel global, con un promedio de 40,000 procedimientos realizados de manera anual.
Desafortunadamente, en lista de espera se encuentran cientos de miles de personas para trasplante de riñón y menos del 10% de aquellos que esperan un reemplazo hepático logran este cometido.
Es importante señalar también que la capacidad de la realización de procedimientos de donación y el consiguiente trasplante, varía de manera sustancial entre países y regiones y es innegable que la accesibilidad universal (para las personas que lo requieren) no es una realidad. A pesar del incremento (discreto, pero al fin notorio) en la donación de órganos de donadores vivos y cadavéricos en los últimos años, el abastecimiento y disponibilidad de esas células, tejidos y órganos donados, están muy por debajo de la demanda.
En esto último es importante señalar varias condiciones de fondo, y son las relacionadas a la falta de consolidación de programas nacionales de donación y trasplante, la carencia palpable de recursos humanos de alta especialización y experiencia, aunado al incremento sostenido del costo de estos procedimientos y sus terapias de manutención, sumados a la cada vez más disminuida cobertura y protección financiera para este problema de salud pública. Todo lo anterior son barreras (en multitud de ocasiones infranqueables) que impiden un acceso equitativo a esta alternativa de recuperación de la salud.
En el afán de solventar estos obstáculos, además del robustecimiento financiero y el fortalecimiento de los profesionales clínicos, es imprescindible la educación a todos los niveles sociales y profesionales, estableciendo mecanismos de promoción organizada y continua, en todos aquellos sectores potencialmente generadores de estos recursos terapéuticos. Las intervenciones en educación son las que mayores resultados positivos generan en actitudes y conocimientos y a través de programas educativos, talleres y conferencias, que tengan una verdadera estructura conceptual, clínica, ética y social sobre aspectos claves como muerte cerebral, donación, trasplante, estrés, emociones, psicología y ética (citando algunos ejemplos) para profesionales de la salud y población general, es como se pueden obtener mejores resultados. Es importante reconocer que de lo anterior dependen las estrategias de comunicación interpersonales, institucionales o por medios, para impactar en la cultura y erradicar los mitos y falacias relacionadas con la donación y trasplante de órganos.
En esta ocasión, estimado lector, en el marco del Día Nacional de Donación y Trasplante de Órganos y Tejidos, antes de la invitación a hacer lo propio, lo conmino a que haga ese ejercicio de pensamiento sobre una voluntad anticipada e invite a sus familiares, amigos o conocidos a realizarlo también.
Infórmese con su profesional de salud de confianza o en las instituciones públicas y privadas sobre estas actividades. Resuelva sus dudas sobre aspectos éticos, médicos y legales, para que bajo un ejercicio razonado e información plena, pueda dejar constancia o animarse a ejercer su intención de ayudar a una o más personas con ese recurso tan preciado, que literalmente, es una parte de usted y de su individualidad.
Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor de especialidad y promotor de la donación altruista de sangre
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