El 4 de julio de 2020, Beatriz Gutiérrez, esposa del Presidente, estaba de vacaciones en un hotel del grupo Vidanta en Puerto Vallarta. A las 10 de la mañana, paseaba en la playa. Luego subió a una embarcación del Ejército, dedicada a búsqueda y rescate. Algunos soldados hicieron recorridos terrestres. Miembros de la octava zona naval la siguieron en su paseo marino, en un vehículo de la guardia costera. A la una y media, regresó a su hotel. El encargado de su seguridad (cuyo nombre omito) informó al alto mando de la Sedena lo que aquí describí. Luego, anunció que no había más novedades.
Mientras esto sucedía, en la Sedena se preparaban para la visita del Presidente a Washington, D.C. Ese 8 de julio, Andrés Manuel López Obrador acudió a la Casa Blanca para encontrarse con Trump. Los detalles del viaje, como los del paseo de la primera dama, estaban clasificados como información “confidencial”. Sin embargo, todos fueron enviados a un correo personal de Apple del secretario Luis Cresencio Sandoval.
En el informe sobre la visita de López Obrador a Washington había muchos datos confidenciales. El documento detalla dónde estaría el Presidente en cada momento, qué rutas tomaría su convoy, los nombres de todos sus escoltas y hasta el de una coronel enfermera que le haría una prueba de COVID. El secretario Sandoval marcó un signo de interrogación en una parte del documento. Allí decía que la enfermera no había ejercido en 20 años, así que otro médico militar también viajaría, para encargarse de la prueba. Hablé con la entonces embajadora de México en Washington, Martha Bárcena. Me confirmó algunos detalles que estaban en el reporte.
Unos meses antes, por el correo del iCloud de Apple del secretario Sandoval pasó otro documento confidencial. Allí decía que le enviaban un video de los avances en la construcción del Aeropuerto Felipe Ángeles, que luego le mostrarían al Presidente. El documento especifica que, en el video, habían incluido solo algunas tomas “con el fin de lograr una mejor percepción en el avance, en virtud que el avance porcentual de manera semanal es mínimo”.
En el mismo correo había otros documentos confidenciales. Uno de ellos, de julio de 2020, indica que la Sedena estaba realizando un operativo para vigilar un vuelo que transportaría dinero “de la delincuencia organizada” a Venezuela. El tip había llegado a la Sedena por parte del Centro de Análisis de Información de la Embajada de Estados Unidos en México. Los militares revisaron 58 aviones, dice su reporte, pero en ninguno encontraron el dinero.
No era la primera vez que los militares hacían un operativo después de recibir información de la embajada, y resultaba un fiasco. Unos meses antes, recibieron otro, respecto a un supuesto avión que llevaría uranio a Venezuela. Desde entonces, sus colaboradores recomendaron al Secretario clasificar los tips de la embajada estadounidense como “de confiabilidad media” y no “alta”.
Tuve acceso a la filtración que realizó el grupo de activistas Guacamaya, de información equivalente a más de 36 millones de archivos del Ejército mexicano. En medio de todo lo grave de la filtración, quise comenzar mi cobertura del caso con este asunto: el poco cuidado a temas confidenciales que tiene la cabeza del Ejército, el propio General Secretario.
Además de los datos sobre el Presidente, su esposa o sus hijos, también hay otros documentos como las agendas ejecutivas del alto mando que Sandoval envió o recibió en su correo personal de Apple. Estas incluyen datos de dónde están todos los destacamentos militares en el país, cuántos oficiales había en cada uno, cuántos miembros tenían en fuerzas de reacción, destacamentos de seguridad, cuántos para erradicar cultivos ilegales.
Fuentes militares me dijeron que desde la década de 1990 hay ordenanzas en el Ejército que prohíben utilizar los correos personales para el envío de cualquier información confidencial.
Revisé más de 200 correos que Sandoval se enviaba a sí mismo, desde su iPad, a su correo institucional. No sabemos qué otros destinatarios tienen esos documentos, una vez que estaban en el correo privado del Secretario. La paradoja, ahora mismo, es que conocemos estos detalles no por una violación de ese correo privado, que no debía usar para trabajo militar, sino por la masiva filtración de correos del Ejército.
@penileyramirez