Con los millones de documentos militares hackeados puede armarse una radiografía sobre nuestro ejército y su relación con otras dependencias y con la sociedad. Enumero los puntos más sobresalientes.

Inicio con un regreso a los comienzos de las guerras del narco. Los testimonios de quienes estuvieron en la cabina de mando militar durante aquel sexenio confirman el error original del presidente Felipe Calderón: lanzarse a la guerra sin un buen diagnóstico. Se habla menos de que en 2010 reajustaron la estrategia para centrar sus capacidades en los Zeta, el cártel más violento. En el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) dirigido por Guillermo Valdés, crearon los Centros de Fusión de Inteligencia y Operatividad, que concentraban la inteligencia de todas las dependencias mexicanas y extranjeras.

Estos Centros tuvieron una metodología muy efectiva por elemental. Cuando reventaban una casa de seguridad criminal procesaban inmediatamente la información asegurada a los criminales. La transformaban en inteligencia antes de las 24 horas para, con ella, armar otros operativos. En tres años descabezaron y fragmentaron a los Zeta.

Por el hackeo sabemos que este gobierno preservó los Centros de Fusión aunque los entregó a instituciones de seguridad diferentes; la coordinación central la sigue teniendo el Centro Nacional de Inteligencia (CNI). El del sureste es manejado por el ejército y fue clave para encontrar evidencia sobre la complicidad con delincuentes de funcionarios tabasqueños del área de seguridad. Es una información explosiva porque los hechos se dieron cuando gobernaba Tabasco el actual secretario de Gobernación. También falta saber la identidad del gobernador veracruzano que abrió las puertas de esa entidad al Cártel del Noreste. El documento de la Sedena de 2019 que lo menciona no aclara si se trata de Miguel Ángel Yunes (PAN) o de Cuitláhuac García (Morena).

Está pendiente un balance sobre la utilidad de las investigaciones hechas por la Sedena. ¿Qué tan útiles fueron para diezmar a las bandas criminales? Ese conocimiento permitirá establecer la vigencia del pacto de impunidades; a veces parece que solo han cambiado los nombres y partidos de los protagonistas.

Se mantiene intacta la desconfianza de los militares hacia los civiles. Una distancia seguramente reforzada por un presidente con una aversión profunda hacia la participación social en asuntos públicos. En efecto, el ejército trata como enemigos a periodistas y defensores de derechos humanos, a organizaciones sociales y líderes políticos sin darse cuenta de que intervenir teléfonos y escudriñar vidas privadas no es una recopilación legítima de inteligencia, sino una violación a la legalidad y un retroceso a las épocas de la Dirección Federal de Seguridad dirigida por Fernando Gutiérrez Barrios. Ofensivo el encubrimiento de altos funcionarios, aberrante el espionaje de personas que actúan dentro de la legalidad.

Cierro este primer acercamiento con una reflexión derivada del enorme poderío alcanzado por el ejército. Cuando el presidente y Morena abandonaron los intentos de crear una policía federal con mando civil eliminaron uno de los contrapesos más importantes a la presencia militar. Ante esta realidad, hay quienes consideran posible que el ejército tome el poder. El hackeo refuta esta tesis; no ha salido ningún documento que insinúe tentaciones golpistas, lo cual se refuerza con la falta de evidencia sobre posibles intromisiones castrenses en las elecciones. Mi impresión es que el ejército está dedicado a cumplir con su misión, a vigilar a quienes les inspiran desconfianza y a acumular y defender la fuerza y presencia alcanzada.

Falta muchísimo para procesar adecuadamente los ríos de información contenidos en los millones de documentos hackeados. Hay una conclusión corroborada con otro hecho: una de las principales herencias de este gobierno en seguridad, será un ejército empoderado y una estrategia de seguridad parchada e incompleta. La tarea de partidos, candidatos a la presidencia y sociedad organizada será discutir y consensar una estrategia adecuada para una realidad en la cual destacan la potencia de las armas militares y criminales. En otras palabras, analicemos el presente pensando en el día después de la toma de posesión del nuevo presidente o presidenta. 

 

@sergioaguayo

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