Por primera vez se dan a conocer pinturas y fotografías personales de los pintores Olga Costa y José Chávez Morado procedentes de colecciones particulares, y que el público en general puede apreciar desde este viernes en el Museo Iconográfico del Quijote.
Entre ellas destaca la pintura que dio origen a la imagen que durante varios años, en los 80’s y 90’s, fue distintiva de los carteles del Festival Internacional Cervantino, titulada simplemente “Guanajuato”, que es una combinación “surrealista” de los túneles, contrafuertes y casas amontonadas en los cerros del centro de la ciudad.
En la ceremonia de inauguración, Grissell Villasana, curadora de la muestra, dijo que con las obras exhibidas entramos a un ámbito más personal de ambos, porque en vida tuvieron pocos reflectores y “se quedaron un poco atrás”. Olga Costa se movió más en lo privado y José más en lo público.
“Lo que estamos haciendo en el archivo fotográfico, ahora bajo resguardo del Instituto Estatal de Cultura, es entrar a su nivel personal”.
Destacó que las piezas exhibidas en esta muestra son parte de una colección privada que por primera vez sale a la luz.
Agregó que ellos eran una pareja artística, más allá del matrimonio y que su postura fue antifascista durante la Segunda Guerra Mundial, causa que llevaban a su obra. Incluso, mencionó que por eso y por ser comunista, José Chávez Morado fue encarcelado. Olga Costa lo sacó de la cárcel mediante el uso de sus contactos y se fueron a vivir a San Miguel de Allende durante cinco años, mientras pasaba la guerra.
En otra época vivieron en Jalapa, Veracruz. Y sus últimos años residieron en Guanajuato capital.
Creador de tres museos
Grissell Villasana recordó que José Chávez Morado fue el creador de tres museos en la ciudad de Guanajuato: el de la Alhóndiga de Granaditas, que era cárcel, la casa que ahora es Museo del Pueblo y estaba abandonada, y él pugnó por convertir a ambos inmuebles en recintos culturales.
Y por último su propia casa, en el barrio de Pastita, donde vivió sus últimos años con su esposa Olga Costa, y que a su muerte donó al pueblo de Guanajuato y que ahora alberga el museo que lleva el nombre de ambos.
Mariana Núñez Vespalova, representante de la Secretaría de Cultura Federal, agregó que a José Chávez Morado le tocó la última parte de los grandes muralistas: Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, así como de la industrialización del país.
Y precisamente por vivir en esa época, los artistas tenían que tomar partido en ambos movimientos: o se involucraban en ese proceso de industrialización o huían.
“Chávez Morado se dedicó a defender el muralismo y a dar cátedra. A demostrar, de una manera estética, bella, las realidades a veces no tan agradables”.
En ese sentido, en una de las obras también se observa una representación de un electricista de la Ciudad de México, como parte de esa industrialización.
“Rememorar a estas dos figuras es muy importante, porque toda actividad estética implica tomar partido y ellos lo hicieron. En sus cafés mañaneros ellos tuvieron mucha discusión”, rememoró.
Mariana Aymerich, directora del Cervantino, expresó que Olga Costa y José Chávez Morado se han vuelto dos íconos de las artes gráficas mexicanas.