Londres.- No es una guerra, dijo Vladimir Putin entonces, y lo dice ahora. Es una “operación militar especial”. Sin embargo, en casi todos los sentidos del término, la guerra de Rusia en Ucrania es precisamente eso.
Y cuando una nación está en guerra, incluso si afirma que no lo está, las repercusiones en casa pueden tener gran alcance.
Casi ocho meses después de que Rusia iniciara una guerra en febrero esperando una victoria relámpago contra la vecina Ucrania —una nación independiente de la que anexó Crimea en 2014— decenas de miles de personas han muerto en Ucrania.
Millones han sido desplazados de sus hogares. Se acerca un invierno brutal. Los temores nucleares aumentan. Y el Kremlin ahora está usando drones asesinos para degradar el suministro de energía de Ucrania, sumiendo a más cientos de miles en la oscuridad.
Cuatro regiones más de Ucrania han sido anexadas ilegalmente en el último mes, aunque están lejos de estar completamente bajo el control ruso, y Putin declaró la ley marcial en ellas el miércoles.
Incluso sin llamarlo una guerra formal, Putin podría estar sentando las bases para extender estas medidas restrictivas en toda Rusia. Una cláusula del decreto permite que se imponga la ley marcial en cualquier región rusa “cuando sea necesario”. Además, los funcionarios de varias regiones rusas se apresuraron a asegurar a la población después del anuncio de Putin que no planean imponer medidas adicionales.
Esta guerra también ha exacerbado las tensiones entre los rusos. Hay un gran número de soldados rusos muertos y heridos, muchos de ellos enviados al frente para morir esencialmente como carne de cañón.
La Unión Soviética perdió entre 10.000 y 15.000 hombres en Afganistán en casi 11 años, dice Samantha de Bendern, experta en Rusia en el centro de estudios internacionales Chatham House, quien calcula que, según cifras conservadoras, unos 50.000 rusos han muerto en Ucrania.
“No puedo ver cómo una sociedad puede sostener eso”, señaló De Bendern.
Las protestas contra la guerra y contra la movilización han sido reprimidas sin piedad. No todos se han mostrado comprensivos con quienes intentan abandonar Rusia y han cerrado sus fronteras.
Además, cuando un país está en guerra, declarada o no, tiene más aviones en el aire. Eso puede significar una mayor tensión entre sus estresadas fuerzas, así como percances fatales.
El lunes, un avión de combate ruso se impactó contra un edificio de apartamentos en la ciudad portuaria de Yeysk, matando a 15 personas. El bombardero Su-34 cayó durante una misión de entrenamiento, dijo el Ministerio de Defensa.
Hasta donde se ha reportado, se trató del décimo accidente de un avión militar no en combate desde el inicio de la guerra.
De Bendern pinta un panorama más sombrío para el futuro de Rusia y tras la guerra: su doloroso legado podría durar generaciones.
(Con información de Tamer Fakahany, de la Agencia AP. Es subdirector de coordinación de noticias globales de The Associated Press, ha ayudado a dirigir la cobertura internacional de la AP durante 20 años. Está Twitter como @tamerfakahany. Danica Kirka contribuyó a este despacho desde Londres).
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