Fue un tuit que pasó completamente inadvertido: solo 5 retuits y 2 me gusta. Lo había subido el 28 de abril de 2013 el hoy subsecretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Ricardo Mejía Berdeja, que entonces era diputado de Movimiento Ciudadano:
“En rueda de prensa en #Zacatecas en la presentación de Salvador Llamas como candidato de @MovCiudadano a Alcalde”.
Se han cumplido nueve años.
El 6 de agosto pasado, otro tuit, esta vez subido por Salvador Llamas Urbina, el consejero nacional de Morena asesinado hace unos días por el crimen organizado en un restaurante de Guadalajara, volvía a confirmar la alianza política de este con el Subsecretario de Seguridad federal, que hoy a aspira a encabezar la candidatura de Morena al gobierno de Coahuila:
“Todo el respaldo a nuestro amigo @RicardoMeb, quien llevará la Transformación a #Coahuila. Al igual que en #PuertoVallarta, acabará con la corrupción, la simulación y la impunidad de quienes solo se quieren servir del pueblo y no servir al pueblo”.
Llamas Urbina fue asesinado en el Sonora Grill de la colonia Providencia, presuntamente por personajes del crimen organizado con los que se había reunido a comer, y que para llevar a cabo la ejecución habían armado un esquema que involucró la actuación de al menos ocho personas.
Sus escoltas declararon que Llamas, jefe de oficina del alcalde de Puerto Vallarta, y director, además, del sistema de los servicios de Agua Potable, Drenaje y Alcantarillado en ese municipio, había recibido amenazas de uno de los líderes del Cártel Jalisco Nueva Generación.
La relación con el subsecretario Mejía Berdeja no se limitaba a un amable intercambio de tuits. Llamas Urbina promovía en Jalisco la candidatura del Subsecretario al gobierno de Coahuila, y era considerado uno de sus principales operadores logísticos y financieros. Desplegados en la prensa nacional en favor de la candidatura de Mejía Berdeja fueron gestionados por Llamas Urbina y pagados con dinero del ayuntamiento de Puerto Vallarta.
A cambio, el funcionario municipal asesinado en el Sonora Grill se veía a sí mismo como posible candidato de Morena al gobierno de Jalisco.
Dueño de un pasado turbio, por decir lo menos, Llamas Urbina estuvo involucrado en la importación de pacas de ropa provenientes de Estados Unidos (el mismo negocio en el que se inició el empresario Sergio Carmona Angulo, financista de Morena asesinado hace un año en Nuevo León) y, transitando por esa ruta, más tarde se relacionó con grupos y personajes ligados a negocios se diría que un poco más pesados.
Existe la versión de que la DEA lo convirtió en testigo protegido y luego lo soltó.
En 2013 ya estaba cerca de Ricardo Monreal y de Ricardo Mejía Berdeja. Había inyectado dinero en varias campañas y aspiraba a convertirse en alcalde de Zacatecas. Fue presentado de ese modo por Movimiento Ciudadano, al inicio de su alianza política con el hoy Subsecretario de Seguridad federal.
En 2018 quiso ser diputado por el Verde Ecologista. Ese año se vio involucrado en una agresión a tiros contra miembros de Morena que llegaron a burlarse de su derrota a la taquería donde cenaba. Llamas Urbina sacó un arma y disparó al piso.
Llamas Urbina se acercó a Octavio Pérez Pozos, otro polémico personaje que fue el coordinador operativo de la campaña de Enrique Alfaro. Cuando Pérez Pozos fue reclutado por el superdelegado de Morena en Jalisco, Carlos Lomelí, Llamas Urbina pasó a Morena y comenzó a operar en Puerto Vallarta, donde el Cártel Jalisco tiene su bastión, en donde fueron secuestrados los hijos del Chapo Guzmán, en donde ha ocurrido la ejecución de importantes empresarios dedicados al negocio de la construcción, donde han sido “levantados” y ejecutados agentes federales, desde donde se decretó la muerte del ex gobernador Aristóteles Sandoval, y desde donde se operó, entre otras cosas, el atentado en contra del secretario de seguridad de la CDMX, Omar García Harfuch.
En donde se dio, en fin, el triunfo de Morena, en unas elecciones en las que se ha documentado plenamente la manera en la votó el narco.
En donde el propio Llamas Urbina logró convertirse en consejero nacional de Morena y se vio a sí mismo como futuro gobernador del estado, antes de que su cuerpo quedara tendido en una escena donde la policía halló 84 cartuchos percutidos.
 

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