Hay que correr a patadas y meter a la cárcel a los funcionarios corruptos del pasado y del presente”.
Francisco Barnés de Castro

Lo que se recuerda de la comparecencia del 24 de octubre del director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, ante las comisiones unidas de energía e infraestructura de la Cámara de Diputados, fue su arremetida contra los legisladores de oposición: “Les digo que son unos mentirosos, mentecatos, ignorantes, y que no se vale por ética actuar de esa manera, insultar, ofender y salir corriendo”. En la parte sustancial, se enorgulleció de la empresa que, dijo, paga 5.5 veces más impuestos que las tres principales compañías privadas del país, que en el primer semestre de 2022 obtuvo ingresos por un billón 162 mil millones de pesos y que pagó 204,351 millones de pesos de impuestos, 17.6% de sus ventas.
Los estados auditados de Pemex revelan otros datos. Las pérdidas acumuladas de 2019 a 2021, los tres primeros años de AMLO y Romero Oropeza, ascienden a un billón 85,955 millones de pesos. ¿Qué tanto es esto? Cuatro veces más que los 203,600 millones de pesos presupuestados para la salud pública en 2023.
Estas pérdidas están hundiendo a una empresa que ya estaba nominalmente en quiebra. López Obrador heredó en 2018 un Pemex con patrimonio negativo de un billón 459,405 millones de pesos. Para 2020 el boquete subió a dos billones 404,727 millones. Se redujo en 2021, a dos billones 170,001 millones, pero no porque Pemex hubiese dejado de tener pérdidas, sino porque el gobierno le entregó un subsidio para pagar algo de su enorme deuda, la mayor del mundo para una petrolera. Estamos viendo un juego perverso en que Hacienda pretende cobrar impuestos a Pemex solo para devolverlos en subsidios, lo cual no elimina ni las pérdidas netas ni el patrimonio negativo.
Gómez Oropeza omitió mencionar en su presentación ante los diputados que el presidente López Obrador inició su mandato con la meta de llevar la producción de petróleo crudo a 2.6 millones de barriles diarios al terminar el sexenio. Esta meta ha bajado gradualmente y ahora es de 2 millones. Pero no se ve cómo lograr siquiera esta cifra. En 2018, último año de gobierno de Enrique Peña Nieto, la producción fue de 1.8 millones, en 2021 cayó a 1,687 millones y en el primer semestre de 2022 promedió 1,694 millones. Difícilmente llegaremos a 1.7 millones este año. Los dos millones para 2024 son un sueño guajiro.
Pemex Transformación Industrial (Pemex TRI), unidad encargada de la refinación, es la principal responsable de la tinta roja en los estados de resultados. “En cuatro años ha acumulado pérdidas por 587 mil millones de pesos, 80 por ciento en los últimos dos años”, me dice Francisco Barnés de Castro. “Es el costo de dos refinerías como la de Dos Bocas. Su patrimonio ha caído de menos 220 mil millones de pesos a finales de 2017 a menos 762 mil millones de pesos a finales de 2021”. El ex rector de la UNAM y ex subsecretario de energía señala: “Hay que modernizar el Sistema Nacional de Refinación que pierde hasta la camisa. Esto es mucho más urgente que construir una nueva refinería. Hay que reducir los costos de producción de petróleo utilizando nuevas tecnologías. Hay que dejar de quemar el gas a la atmósfera. Hay que dejar de saquear a la empresa para financiar las campañas del partido en el poder. Hay que correr a patadas y meter a la cárcel a los funcionarios corruptos del pasado y del presente. Quizá entonces Pemex pueda volver a ser la empresa que impulsaba el desarrollo económico del país y nos llenaba de orgullo a todos los mexicanos”.
Estoy de acuerdo.

Fórmula fifí

Tal vez a Claudia Sheinbaum no le guste ir a las carreras de autos, un “espectáculo fifí”, pero debo reconocer su trabajo para que la Fórmula 1 permanezca en la Ciudad de México. La derrama económica es de más de 15 mil millones de pesos. A todos nos conviene conservar este Gran Premio. 

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