En junio de 2020, la embajada de Estados Unidos en México avisó al comando conjunto militar en Cozumel que un avión sospechoso viajaba hacia allí desde Maracaibo, Venezuela. Llevaba un cargamento ilegal de uranio.

Los militares hicieron un cordón de seguridad para detectar la nave. Poco después, llegó al sitio un teniente de la Guardia Nacional, vestido con ropa de la Marina y algunos elementos de la Guardia. Los militares les informaron que esperaban la revisión especializada. El teniente no hizo caso. Dijo que tenía órdenes del inspector de la Guardia Nacional en Cozumel. Entró al área de revisión, interrumpió la inspección, tomó fotografías.

Los resultados de las pruebas radiactivas fueron negativos. No había uranio en el avión, oficialmente. Molestos por el fracaso, los otros mandos militares en la zona advirtieron a sus jefes que miembros de la Guardia Nacional “que provienen de la Marina” intentaban robar protagonismo, afectaban la imagen de la institución, entregaban fotografías a los medios y ponían en peligro a sus compañeros.

Dos semanas después, la embajada estadounidense avisó a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) que un avión privado saldría del aeropuerto de Toluca, rumbo a Venezuela. Llevaría dinero de la delincuencia organizada. Uno de los pilotos era mexicano y otro estadounidense. Los militares organizaron un grupo para investigar. Enviaron a 36 elementos, desde oficiales hasta inspectores aeronáuticos, vestidos con uniforme de la Agencia Federal de Aviación Civil. Revisaron 58 aviones. No encontraron el dinero, ni a los pilotos.

Tras los dos fiascos, el Estado Mayor de la Defensa Nacional sugirió al general secretario, Luis Cresencio Sandoval, que reclasificara como información de confiabilidad “media baja” las pistas que les enviaba la embajada, en lugar de “confiabilidad alta”. Con esta nueva clasificación, los informes de la embajada no ameritarían operativos especiales, sino solo alguna indagatoria.

El relato de los párrafos anteriores proviene de dos informes que recibió el general Sandoval de sus colaboradores más cercanos. Son dos entre miles de archivos clasificados como confidenciales y secretos, hackeados por el grupo de activistas Guacamaya.

Los informes permiten entender las disputas internas en la Guardia Nacional, entre militares, marinos y ex oficiales de la Policía Federal. Todos pertenecen oficialmente a la Guardia, pero muchos sospechan que sus compañeros no son eficientes.

Los documentos también revelan cómo la Sedena está poco actualizada en los modos que usan los traficantes para vender la droga. En 2019, por ejemplo, cuando la venta de droga por Internet ya estaba ampliamente documentada en informes oficiales de agencias estadounidenses, en la Sedena le decían al secretario que debían empezar a investigar cómo funcionaba eso del comercio de drogas por Internet.

Otro elemento que destaca en los documentos es la tensa relación entre el Ejército mexicano y el gobierno estadounidense.

En 2019, Sandoval recibió un documento que evalúa el desarrollo de la Iniciativa Mérida. La Sedena se queja de que el apoyo del gobierno estadounidense no ha llegado a los niveles estatales ni municipales, ni se han diseñado mecanismos para disminuir el tráfico de armas ni de municiones. Apuntan a que Estados Unidos condiciona su apoyo para la erradicación aérea en el empleo de glifosato como herbicida, aun después de que la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer declaró que es un posible carcinógeno.

En los últimos tres años, altos mandos de la Sedena recomiendan a Sandoval cómo responder a las presiones de EU para combatir a los grupos de Jalisco Nueva Generación y Sinaloa, capturar a más criminales, incautar más droga y destruir más plantíos.

El único elemento en el que parecen coincidir ambos países es la idea, de la cual no parecen tener una confirmación clara, de que las caravanas de migrantes están ligadas a redes asociadas con el narcotráfico. México, diligente en la detención y deportación de migrantes, sonríe a Estados Unidos en las fotos oficiales y tiene profundas reservas sobre sus contrapartes.

 

@penileyramirez

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