Las enfermedades físicas y sociales han crecido desde hace años en nuestra ciudad a la sombra y comodidad de quienes la han administrado y gobernado. La contaminación del agua, del aire, así como la violencia, la delincuencia, las adicciones, aumentan las listas de hospitales y funerarias. Gobernar y administrar es una responsabilidad moral y ética por encima de todo, pero a lo largo de los años, eso muy poco les ha importado

En una monografía publicada por el BID, titulada Ciudades Inclusivas: Ciudades Saludables para Todos, y particularmente en el tema, “La desigualdad y la contaminación del aire ambiente y la contaminación acústica en América latina y el Caribe”, nos arroja datos alarmantes para comprender el tamaño del problema de salud pública que vive una importante población de Celaya.

El foco rojo que tenemos en cuanto al daño a la salud y el ambiente se encuentra en San Miguel Octopan, por la producción artesanal de ladrillos. Los expertos en salud pública estiman que el 25 por ciento de la carga de morbilidad se debe a los riesgos ambientales (OMS, 2011). Dos de los principales riesgos ambientales son la contaminación del aire y la contaminación acústica. 

La Organización Mundial de la Salud declaró que la contaminación del aire es el mayor riesgo ambiental para la salud y estimó que se perdieron aproximadamente 3 millones de vidas debido a la contaminación del aire ambiental en un solo año (OMS, 2016a). Más de 100 millones de personas en ALC están expuestas a una calidad del aire que no cumple con las directrices mundiales de la OMS sobre la calidad del aire (Aparicio et al., 2019). 

La emisión de contaminantes específicos, se refieren a partículas -polvo finísimo, inferior a la medida mínima que conocemos, el milímetro-, y técnicamente son: la materia particulada (PM por sus siglas en inglés), especialmente las partículas finas (PM2.5 -milésimas de milímetro-), representan el mayor riesgo para la salud. Los niveles elevados de PM conducen a aumentos en las visitas al servicio de emergencias cardiovasculares, admisiones hospitalarias por enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), síntomas respiratorios, empeoramiento de la función pulmonar y mortalidad prematura (Bell et al., 2004; Environmental Protection Agency, 2009). 

Entre otros contaminantes, la exposición a una alta concentración de NO2 (dióxido de nitrógeno, es un contaminante común, forma en el aire junto a las partículas en suspensión una capa entre rojiza y marrón que cubre muchas zonas urbanas). Durante breves períodos puede agravar las enfermedades respiratorias, y la exposición a largo plazo puede contribuir al desarrollo de asma y aumentar potencialmente la susceptibilidad a las infecciones respiratorias (Environmental Protection Agency, 2016).

 Los efectos del O3 (ozono) en la salud a corto plazo están relacionados con aumentos en la mortalidad por enfermedades respiratorias (Faridi et al., 2018), aumentos en los ingresos hospitalarios por problemas respiratorios (Ghanbari Ghozikali et al., 2016), cambios en la función pulmonar e inflamación de las vías respiratorias (Katsouyanni, 2003). 

También hay evidencia de vínculos entre los picos a corto plazo en las exposiciones de O3 (ozono) y el daño epitelial pulmonar (Broeckaert et al., 2000). Los niveles elevados de CO en exteriores pueden ser una preocupación particular para las personas con enfermedades cardíacas, ya que, en escenarios con niveles elevados de CO (dióxido de carbono), las personas con enfermedades cardíacas podrían sufrir una reducción de oxígeno en el corazón acompañada de dolor en el pecho (Environmental Protection Agency, 2016).

 La exposición a altos niveles de contaminación del aire es particularmente peligrosa para la salud y el desarrollo de los niños. Los niños corren un riesgo mayor que los adultos de sufrir los efectos adversos para la salud de la contaminación del aire, principalmente durante el desarrollo fetal y los primeros años (OMS, 2018). Los sistemas respiratorios de los niños son vulnerables al aire contaminado, ya que aún están madurando, y sus pulmones son más vulnerables a la inflamación y otros daños causados por los contaminantes. El Instituto de Métricas y Evaluación de la Salud (IHME por sus siglas en inglés) del Global Burden of Disease (GBD) clasificó la contaminación del aire (interior y exterior) como uno de los principales factores de riesgo para la mala salud en todo el mundo medido en la pérdida de los años de vida ajustados por discapacidad (AVAD).

Si alguien conoce esta problemática es el ciudadano Mendoza Márquez, fue presidente municipal hace 32 años; en el 2017, 2018, 2020 y 2021 recorrió el municipio en la búsqueda del voto ciudadano para volver a la presidencia municipal, desde luego prometió soluciones que no han llegado, y lejos de reconocer y empezar a trabajar, las ha omitido o ignorado. Hoy Celaya también ocupa los primeros lugares del país en contaminación ambiental.

A principios de 2022, Celaya atravesaba un período de calidad del aire que se clasificó como “Insalubre para grupos sensibles” con una lectura AQI, (índice de calidad del aire de los Estados Unidos). En Celaya se midieron los niveles de cinco contaminantes principales los cuales fueron: PM2.5, PM10, ozono, dióxido de azufre, y monóxido de carbono. Este nivel de PM2.5 es un poco más de tres veces y media el recomendado como lo sugiere la Organización Mundial de la Salud. Esto fue en toda la ciudad, en lugares donde se concentran los contaminantes por la quema de combustibles para la producción de ladrillos es letal.

Celaya necesita repensar el gobierno, romper con las inercias que han hecho crecer nuestros males, si no atajamos el cáncer de la corrupción e irresponsabilidad política, lo que hoy estamos viviendo será poco. Construir hospitales y cárceles, es una necedad o un negocio, cuando lo que deberíamos es atacar de frente la desigualdad económica, la precariedad laboral, la discriminación social, el abandono de la Ley y la procuración de justicia en todo sentido. Hay soluciones concretas que pasan por las manos del Ayuntamiento, claro que las hay, omitirlas es un acto criminal imperdonable, sobre todo de quien sabe que pudo o debe evitarlo.

Revolcadero.

¡Ah, el IMSS! Beber agua contaminada con flúor y arsénico, respirar aire contaminado, consumir drogas letales, son las causas que demandan la construcción de hospitales. Un gobierno responsable y respetuoso de la vida y los derechos humanos trabaja en evitar las causas, omitirlas o ignorarlas es una bajeza. Invertir en salud no les interesa, prefieren gastar en la compra de tierra y en promoción política. Dejaron crecer los males para cobrar por curarlos.

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