Sor Juana Inés de la Cruz es la niña prodigio y mujer intelectual más importante de nuestra historia. Debido a su calidad de religiosa, así como su estricta disciplina, difícilmente se ha estudiado su vida amorosa, su parte más humana. Sin embargo, lo cierto es que sor Juana representa para miles de mujeres una anticipación de la emancipación de la mujer. En pleno siglo XVII, sor Juana Inés de la Cruz hizo todo lo posible para dedicarse a sus propios objetivos espirituales con la ayuda de la virreina.

Con una vida dedicada al estudio y la poesía, sor Juana se rehusó a convertirse en una más de las mujeres de la época. Actualmente, la Décima Musa empieza a ser desmitificada, lo cual no implica una reducción de su genialidad, por el contrario, ayuda a una mayor comprensión de su obra.

El aspecto de su vida del que hablamos es su vínculo con quien fuera su mecenas, la virreina de México María Luisa Gonzaga Manrique de Lara, Condesa de Paredes. De acuerdo con Sergio Téllez-Pon, experto en la obra de sor Juana, “la relación entre la monja y la virreina fue más allá del «incienso palaciego» pero sólo algunos se han dedicado a reunir o a publicar los poemas como testimonios de esa relación”.

Aunque un análisis de la vida amorosa de sor Juana no permite deducir prácticas u orientaciones sexuales, sí permite entrever la forma en que amó y la forma en que tradujo sus sentimientos en poesía. De acuerdo con Téllez-Pon, son más de cincuenta poemas los dedicados a María Luisa. Ejemplo de ellos es el siguiente (sor Juana se refiere a la virreina como Lisi).

“Yo adoro a Lisi, pero no pretendo

que Lisi corresponda mi fineza;

pues si juzgo posible su belleza,

a su decoro y mi aprehensión ofendo.”

Aunque pareciera que el texto en sí mismo es explícito sobre el amor, cabe destacar que dicho recurso es usado por los poetas para hablar de una evocación mística. Sumado a lo anterior, el carácter trágico de la no consumación también abre dos lecturas: una pasional y otra intelectual.

Sin embargo, los dos caracteres del amor de sor Juana por la virreina se complementan. Puede que la haya amado intensamente pero que mantuvieran una relación casta, platónica e intelectual. Según Téllez-Pon:

“María Luisa era una persona muy importante para ella, fue quien la ayudó a quitarse de encima al odioso padre Núñez de Miranda, quien la estimulaba creativamente, con quien compartía muchas cosas en común. Así que las muestras tiránicas de la virreina la agobiaban mucho. Cualquier señal, gesto tierno o desdén por parte de María Luisa la entusiasmaba o la agobiaba.”

La relación de ambas mujeres incluía todos los tipos de cabizbajos de las relaciones sentimentales: celos, enfados y lágrimas. Pese al dolor, el amor de las dos mujeres fue prolífico y puede inspirar ahora, en una época en que los tabúes caen de forma masiva.

ACLARACIÓN       
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *