“No hay nada más despreciable, que el respeto basado en el miedo”. Albert Camus.

Durante el desarrollo de la humanidad, se han establecido algunas referencias de diferentes tipos o más bien hechas de acuerdo al sector o grupo en que serán aplicadas. Así, por ejemplo, existen las reglas sociales, las empresariales, las económicas, por mencionar algunas.
En lo que es las reglas sociales, se identifican también como valores morales, dado que son un conjunto de normas, mismas que pueden ser colectivas o personales y que distinguen a una comunidad humana y de hecho a las personas que la integran. Su estructura está definida por lo que se ha considerado como “bueno” y como “malo”, de acuerdo a sus tradiciones o aspectos culturales de cada región, ciudad o país.
En su diseño, se incluyen aspectos sociales, como el comportamiento público o conducta de las personas; religiosos, como la creencia en un Dios, incluso espirituales, como la armonía, la paz, la caridad.
Para que estos valores se cumplan, requiere de un requisito fundamental, y lo es que, el individuo, lo elija. Los valores son una elección y en secuencia, su aplicación. Esta preferencia se propicia por la educación y las enseñanzas que se reciben desde nuestra niñez, nuestra infancia y nuestra juventud, que en su mayoría vivimos en nuestros hogares. De ahí la expresión popular de que, la educación se provee en el seno familiar. También coloquial, la expresión, que algunas personas adultas llegan a manifestar ¿Qué, acaso en tu casa no te enseñaron a respetar?
Cada uno de nosotros, llegado el momento en nuestra vida, escogemos lo que serán las normas sociales de nuestra vida, pues se tienen elementos religiosos, éticos y sociales, que han conformado nuestro entorno y que después somos nosotros los directamente responsables de construir el nuestro.
Es un hecho, que el medio en el cual nos desarrollamos, tiene una alta influencia en nuestro proceder, si nuestros valores no están correctamente anclados en nuestra conciencia.
Con regularidad, escuchamos en nuestras conversaciones cotidianas, en particular entre personas adultas que, ya no hay valores, que ya se acabaron, que somos una sociedad desvalorizada.
En verdad los valores no se han acabado, ahí están muy presentes. Lo que no existe, es la voluntad de abrazarlos, de hacerlos parte de nuestra vida.
No obstante, nuestra vida cotidiana nos demuestra, una realidad indeseable. Por ejemplo, nos enteramos de personas que tienen sus mascotas, y las maltratan. Por el contrario, hay quienes adoran a sus mascotitas, y las llevan a pasear, pero no levantan las excretas de sus animalitos, las dejan ahí en plena vía pública. Algunos, un poco más educados, las levantan y colocan en una bolsita.
Hoy que estamos en pandemia, es común ver en el piso los cubrebocas que se han desechado, así como las hojas de los tamales; servilletas; bolsas de plástico, etc. Simplemente, al parecer, el respeto por la ecología y medio ambiente, es mucho problema practicarlo. Entonces sigamos diseñando un entorno de basura, malos olores, que, finalmente esa será una de las causas de nuestra autodestrucción, pues, la impureza del aire nos trae serias consecuencias a nuestra salud.
El respeto es sin duda alguna, el primero de los valores que debemos practicar. Pues si perdemos el respeto, ¿Qué más podemos perder?
Por cierto. Sobre el respeto a la vida. Cualquiera que sea el origen la causa o la justificación, en nuestro país, cada 15 minutos es asesinada una persona. 100 por día en cifras redondas. Hasta la próxima.

santiagoobregon.o@gmail.com

ACLARACIÓN       
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo

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