“Hasta el Papa de Roma ha suspendido sus viajes por un mes. Por un mes, mientras dure el Mundial de Italia, estaré yo también cerrado por futbol, al igual que muchos otros millones de simples mortales.” Son letras del gran Eduardo Galeno. Se trata de un fragmento del texto titulado “Se venden piernas”, publicado en el diario El País, de España, el 12 de junio de 1990.

Y así, más de 32 años después de publicado ese texto, con un Papa argentino en funciones, aficionado al balompié, cuyo equipo predilecto es el club San Lorenzo de Almagro; soy uno de esos millones de simples mortales que estarán cerrados por futbol. Desde luego que la causa es el inicio y desarrollo de la Copa Mundial de la FIFA.

Son muchos los literatos que han plasmado verso y prosa sobre el balón, la cancha, el estadio, las redes de la portería, la derrota y el triunfo. Desde Benedetti, hasta Fontanarrosa, pasando por Albert Camus, de quien he leído una de las frases más brillantes al respecto: “Después de muchos años, donde el mundo me ha dado muchos espectáculos, lo que finalmente aprendí con mayor seguridad sobre la moral y las obligaciones de los hombres, se lo debo al futbol.”

Hoy, con el Mundial de por medio, me he adentrado en textos futboleros que reavivan mi pasión por este deporte. Pero, cuando volteo al cine, resulta sorprendente la menesterosa relación entre el celuloide y la pelota. Son muy pocas las buenas películas que existen sobre futbol.

“Los hijos de Don Venancio”, es un filme dirigido y protagonizado por el inolvidable Joaquín Pardavé. Estrenada en 1944, esta película fue la primera de la filmografía nacional en incorporar el futbol en su trama. Es un documento de gran valor para la historia del balompié mexicano. Aparecen los equipos Atlante y Asturias. En algunas escenas nos podemos percatar de la pasión ya se vivía en México por ese deporte. Además, participa el primer gran ídolo de la afición mexicana: el gran Horacio Casarín.

Con las vicisitudes que pasa nuestro representativo nacional en tierras cataríes, llega a mi memoria un estupendo título: “El miedo del portero ante el penalti”, es una película del alemán Wim Wenders, estrenada en 1972; basada en la novela homónima de Peter Handke.

Por lo pronto, el esférico rueda en Medio Oriente, dejando a su paso historias que parecieran extraídas de un perfecto guion cinematográfico. Los jugadores que transformados en histriones cuyo escenario es la cancha, conceden partido a partido más de 90 minutos llenos de un dramatismo épico. Y, ante esto, el ánimo es el de estar cerrado por futbol.

ACLARACIÓN       
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo

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