La tecnología de cadena de bloques (Blockchain, en lenguaje anglosajón y término más utilizado) es una herramienta poderosa para el aseguramiento de datos e información, así como el intercambio y acceso a estos recursos por múltiples entidades. Tiene la característica de facilitar el proceso de registro de transacciones y seguimiento de activos en las redes de negocios (que es el ambiente donde más ha sido utilizado) donde prácticamente cualquier ítem de valor puede ser rastreado y comercializado, reduciendo riesgos e incluso costos para los involucrados.

Las empresas funcionan con información y cuanto más rápido puedan obtenerla y esta sea de la mejor calidad y exactitud, mucho mejor. El Blockchain es uno de los mecanismos más eficientes para obtener dicha información, puesto que es capaz de proporcionar datos inmediatos, compartidos y transparentes, que se almacenan en un “libro mayor” inalterable, al cual solamente aquellos con autorización tienen acceso. Los pedidos, cuentas, pagos, producción, entre otros, pueden ser trazados a través de esta tecnología y debido a que los usuarios comparten una única fuente de información, que es fidedigna, tienen la capacidad de ver todos los detalles de cada transacción del inicio hasta el fin, lo que permite mayor confianza y eficiencia.

Si bien esta tecnología ha sido utilizada en su mayor parte en el ambiente de negocios, en especial en lo relacionado a las criptomonedas, en el ámbito de la salud comienza a tener cada día mayor relevancia y un impacto potencial considerable. Sobre lo anterior, hay que entender que el blockchain proporciona seguridad, debido a su sistema de verificación por consenso. Además, mejora el costo-eficiencia, puesto que se pueden recortar múltiples transacciones al eliminarse intermediarios, mientras que la trazabilidad (es decir, la capacidad de identificar y monitorizar cada uno de los movimientos) se vuelve mucho más efectiva, siendo un mecanismo protector ante prácticas fraudulentas. De la misma manera, aumenta la velocidad de los procesos empresariales u organizacionales, puesto que la automatización no requiere esa supervisión constante que sí necesita la actividad manual. La confidencialidad es una característica de esta tecnología y tiene la ventaja de ser neutral e incluso equitativa, puesto que no hay compañía o individuo que sea dueño del proceso, lo que hace que la confianza entre cada una de las partes involucradas aumente.

Por estas características, la tecnología blockchain se está diseminando cada vez más en el ambiente de la prestación de servicios de salud, puesto que colabora a hacerlos más accesibles y mantener los recursos apropiados, así como hacer más robustas a las organizaciones y proveer un mejor y más adecuado cuidado de la salud.

A través de la protección de datos, manutención de récords e historial clínico de los pacientes, monitoreo de enfermedades, vigilancia epidemiológica, salvaguarda genómica, protección de datos de ensayos clínicos, interoperabilidad de información de pacientes entre instituciones distintas, credencialización de prestadores de servicios, acreditación de competencias, prescripción de medicamentos segura, supervisión de tratamientos y la privacidad y confidencialidad de información clínica, son varios de los usos potenciales (y ya en activo) de esta tecnología. De la misma manera, lo relacionado a la cadena de suministros, compras, licitaciones, transacciones financieras, pagos a proveedores, salarios, productividad y mantenimiento de tecnología, entre otros, que son procesos de la atención de la salud en su vertiente administrativa, también se ven beneficiados con el uso de esta herramienta.

Desafortunadamente la realidad de los sistemas de salud en México es de un retraso sustancial en cuestión de tecnologías de la información. Por lo anterior es que se vuelve menester apostar (y de nuevo, esto incluye invertir) a la modernización de la prestación de servicios de salud. Hay nuevas y mejores formas de hacer las cosas, siendo esto lo que merecemos como ciudadanos, no menos. De nuevo, aportemos lo necesario y exijamos lo propio. Es tiempo.

Dr. Juan Manuel Cisneros Carrasco, Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre.

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