“El poder es como un violín. Se toma con la izquierda y se toca con la derecha”. 

Eduardo Galeano

 

Jesús Ramírez Cuevas, coordinador de comunicación social de la Presidencia, ofreció una reflexión de fondo en su cuenta de Twitter este 11 de diciembre: “Ser de izquierda es un proyecto de vida a favor de la libertad plena; de la democracia representativa y participativa; de la justicia social y respeto a DDHH. Más que una ideología es una postura en contra de las injusticias y de cualquier opresión; solidaria con los oprimidos”. 

Visto así, ¿quién podría objetar? Quizá lo único que pueda uno decir es que ojalá lleguemos a tener un gobierno de izquierda en México. El de Andrés Manuel López Obrador, en el que participa Ramírez, no lo es. 

Los gobiernos de izquierda no suelen respaldar “un proyecto de vida a favor de la libertad plena”. Toman medidas contra la libertad económica porque quieren reducir la desigualdad o mantener la “rectoría del Estado” sobre la economía. Entiendo, aunque no estoy de acuerdo, que argumenten que estas medidas son necesarias para la “justicia social”, pero mienten al decir que quieren una “libertad plena”. 

En el régimen de López Obrador han menudeado las medidas contrarias a las libertades. Sus prohibiciones carecen de sentido. Los vapeadores, por ejemplo, han sido prohibidos por razones de salud, pero no los cigarrillos, mucho más dañinos. El régimen también ha prohibido el glifosato, el herbicida más usado en el mundo, y el maíz transgénico para consumo humano, pese a que no hay opciones realistas en el campo para el glifosato, ni indicaciones de que el maíz transgénico sea dañino para la salud. 

Dice Ramírez que la izquierda está a favor de “la democracia representativa y participativa”. Sin embargo, la propuesta de reforma electoral del régimen es un ataque contra la democracia que busca eliminar la alternancia de partidos en el poder. Las estructuras de “democracia participativa” que ha promovido, por otra parte, no son más que un retorno a las prácticas del viejo corporativismo. 

Aplaudo que Ramírez diga que la izquierda está a favor de la justicia social y los derechos humanos. Es triste, sin embargo, que en este gobierno la pobreza haya subido de 49.9 por ciento de la población en 2018 a 52.8 por ciento en 2020 y que la pobreza extrema lo haya hecho de 14 a 17.2 por ciento. La falta de acceso a la salud se ha disparado, de 16.2 a 28.2 por ciento. Los subsidios ya no se focalizan en los más pobres, sino que favorecen a grupos más prósperos. 

La defensa de los derechos humanos es una causa no solo de la izquierda sino de la sociedad. Sin embargo, la actual presidenta de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Rosario Piedra, está más interesada en promover los programas del gobierno que en defender las garantías individuales. 

No sé si la izquierda sea “una postura en contra de las injusticias y de cualquier opresión”, pero sí que el gobierno tuvo una retórica de izquierda durante la campaña solo para aplicar políticas de derecha en el poder. La injusticia se ha vuelto una forma de actuar del gobierno y de su fiscalía, mientras que la opresión de los grupos que piensan diferente al Presidente es cada vez más común. 

El filósofo español José Ortega y Gasset escribió: “Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas son, en efecto, formas de la hemiplejía moral”. Coincido con él, pero si la izquierda es todo lo que dice Ramírez entiendo el entusiasmo. Deseo incluso que algún día tengamos un gobierno de izquierda en nuestro país. 

Poda

No sorprende la poda que algunos senadores morenistas, encabezados por Ricardo Monreal, están haciendo en la reforma electoral de AMLO. Quitar disposiciones inconstitucionales a una iniciativa de ley secundaria debería ser natural. El problema es que al Presidente no le gusta que le cambien ni una coma a sus propuestas. 

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