Nuestros diputados van a España para aprender diversos temas parlamentarios. Un grupo plural del Congreso guanajuatense participa en un viaje de estudios sobre derechos humanos, procesos parlamentarios, y en síntesis, un intercambio cultural en la Madre Patria.

Újule, eso no les gustará a muchos que reniegan de nuestro origen cultural pero que pueden aprender mucho de la democracia española. El modelo parlamentario difiere de nuestro modelo republicano cameral. Nosotros tenemos en el Presidente de la República al Jefe de Estado mientras la monarquía española abreva de una larga historia desde que fue imperio.

Frente a nuestros ojos vimos el tránsito de la dictadura a la democracia, desde el provincianismo franquista al europeísmo plural, abierto y democrático. México gozaba de mayores libertades políticas (a pesar de la dictadura del PRI) mientras que España lograba la transformación hasta 1975, dos años después de que los separatistas vascos volaran en pedazos a Luis Carrero Blanco, presidente del Gobierno del generalísimo Franco. 

Recordamos el final de las transmisiones radiofónicas de todas las estaciones antes de la muerte de Franco. Decían algo así: “Viva el generalísimo Francisco Franco, caudillo de España por la gracia de Dios”.  Eso fue hasta el principio de los setentas, cuando en México no había censura, cuando Joan Manuel Serrat cantaba por la libertad, cuando comenzaba nuestra generación a dar golpes contra la autocracia en 1968. 

En 20 años, España se transformó en el país cosmopolita, europeizante y global en el que soñó José Ortega y Gasset antes y después de la Guerra Civil. Dejó atrás el provincianismo y el gobierno teocrático y conservador del generalísimo. Hoy vive una democracia vibrante, variopinta y siempre en evolución, en una dialéctica que va de la izquierda a la derecha y luego de regreso. 

Es ese régimen de instituciones y de ideas el que puede enseñar mucho a nuestros diputados en el Congreso estatal. Primero a ser verdaderos representantes populares y no delegados de su partido o del gobernador en turno. Luego a discutir con respeto y pluralidad lo que espera la mayoría de los electores. Por último, que puede ser lo primero, a respetarse a sí mismos, a perder el miedo a la jerarquía partidaria o al poder establecido. 

Algunos miopes critican el costo del viaje de los legisladores a la Universidad de Salamanca para prepararse, entre otros temas, sobre derechos humanos. Piensan que es un viaje turístico donde se dilapidan los recursos públicos. Un grave error. Supongamos que dos o tres de los legisladores se enamoran del tema y regresan con el entusiasmo de cambiar a su entidad. Ellos nos hacen falta para apoyar a las madres, esposas y huérfanos de los desaparecidos. Podrían modificar el presupuesto para acelerar la búsqueda, para sacar del infierno a quienes no encuentran a los suyos. También podrían dimensionar lo que es vivir en paz. 

Si regresan y cambian, si renuncian a la abyección de regalar pasteles a miembros de los otros poderes, si crecen en lo político y en lo humano, no hay mejor inversión que prepararlos. 

En España hay paz y prevalece la ley. Las policías son competentes y respetadas. Muchos mexicanos sienten nostalgia del México que perdimos, el de la paz y la libertad de tránsito, de trabajo sin extorsión. España, con todas sus complejidades, pasa por el mejor momento de su historia en cuanto a valores democráticos. 

Cuando regresen, cuando se hayan preparado en Salamanca podemos preguntar: ¿Salamanca les dio lo que natura no presta? Esperemos que sepan responder.

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