La batalla por la presidencia de la Suprema Corte sacó a la luz los contrapesos al poder presidencial. Analizo lo sucedido a partir de la publicación del texto de Guillermo Sheridan del 21 de diciembre sobre el plagio de la Ministra.
Tanto ella como el Presidente tuvieron una respuesta flaca e ineficaz, se excedieron con los adjetivos y la evidencia que presentaron tenía la fragilidad de una piñata de cántaro. Armaron su estrategia sobre la insistencia de la Ministra de que “mi tesis de licenciatura es original” (en negritas en el comunicado inicial) y en la denuncia de una “campaña perversa” armada por fantasmagóricos “intereses políticos y económicos”.
El Presidente se la jugó por ella en tres mañaneras. Se apegó a un guion muy conocido: elogiarla y denunciar a las fuerzas del maligno representadas por Sheridan y los medios. También solicitó a la UNAM un dictamen sobre el caso “antes del día 2” de enero. Un apoyo inesperado fue el de la Fiscalía capitalina que exoneró en un inicio a la Ministra con una investigación tan vertiginosa como enclenque, aunque ayer dio otro bandazo y se deslindó. La campaña oficial nunca logró convencer, como lo demuestra el trato dado en Twitter al comunicado de la Ministra del 30 de diciembre: hasta la mañana del 3 de enero llevaba 6.3 millones de vistas, pero sólo 9,619 me gusta.
El Presidente y la ministra fueron ampliamente derrotados por los medios de comunicación impresos, los portales digitales y las redes sociales. Desde un primer momento estos actores tomaron la batuta a partir de una implacable verificación de las versiones oficiales y una difusión del goteo de revelaciones. Con ello, iban dando evidencias a las dos instituciones que debían dar el dictamen final. Fue un seguimiento del hecho tan meticuloso y preciso que marcó la cadencia de la discusión y evitó que el asunto se trivializara u olvidara.
Por ejemplo, el 31 de diciembre el portal Eje Central publicó una entrevista exclusiva con el estudiante plagiado quien ratificó su autoría de la tesis original y negó haberle dado la razón a la Ministra ante notario. El texto se publicó en un momento clave y la asesora tuvo que reconocer que el testimonio del estudiante fue depositado por manos anónimas en su buzón. El plagio tiene hadas madrinas. La entrevista preparó el terreno para la entrada al ruedo de la Universidad Nacional Autónoma de México, una de nuestras instituciones más valoradas.
El mismo sábado 31 la UNAM clavó una estaca mortal a las aspiraciones de la Ministra y del Presidente. El rector Enrique Graue fue tajante: hubo un plagio “superior al 90 por ciento” y con la documentación revisada se demostraba “que la tesis original fue la sustentada en 1986”. El rector es un hombre sensato y mesurado y su indignación afloró en las últimas líneas: “la verdad está en la esencia de la UNAM” y “en mi calidad de rector, no acepto que derivado de disputas ajenas se vulnere el prestigio y la honorabilidad de la Universidad”. Un tapabocas educado al Presidente que, desde Palacio, exigía rapidez al dictamen creyendo que así resucitaría una candidatura para entonces moribunda.
La cadena de despropósitos era tan grande y la evidencia del plagio tan sólida que fue elegida la ministra Norma Piña como nueva presidenta de la Suprema Corte. Buena elección porque se trata de una jurista seria, dispuesta al diálogo y convencida de la autonomía de la Corte. Lo que el país necesita.
A esta historia le faltan varios capítulos. Está pendiente el dictamen definitivo de la UNAM sobre la tesis de la Ministra y el papel de la prolífica asesora que, siendo profesora de asignatura, se dio tiempo para dirigir 507 investigaciones. El olor a transa es una invitación a la UNAM para lanzarse contra las corrupciones que empobrecen la seriedad académica y abren la posibilidad de una mafia del conocimiento en la UNAM.
El saldo más positivo es la expresión de contrapesos a un poder ejecutivo empeñado en reconstruir al régimen de partido de Estado. Para las batallas futuras México cuenta con medios de comunicación, instituciones autónomas y ciudadanía consciente que milita a través de las redes sociales. Una bocanada de esperanza para el futuro. En lo inmediato, hay que lograr que los cuatro nuevos consejeros del INE tengan experiencia, conocimientos e independencia. El 2023 empieza bien.
@sergioaguayo