El estancamiento que han mostrado repetidas votaciones en la Cámara de Representantes de Estados Unidos para elegir a su presidente significa más que una situación vergonzosa para McCarthy, quien ahora es la primera persona en un siglo en fracasar tras múltiples votaciones —siete hasta ahora— y no parece estar más cerca de hacerse del cargo que cuando comenzaron

Nueva York.- Con los republicanos de la Cámara de Representantes divididos por las luchas internas, incapaces de unirse para elegir a un presidente de ese cuerpo legislativo, el expresidente Donald Trump dio un mensaje enfático para la nueva mayoría republicana.

“No conviertan un gran triunfo en una derrota gigante y vergonzosa”, advirtió Trump en mayúsculas en su plataforma de redes sociales el miércoles por la mañana. Exhortó a los aproximadamente 20 rebeldes a “cerrar el trato” y respaldar al líder de los legisladores republicanos, Kevin McCarthy.

Eso no ayudó. Un expartidario de McCarthy optó por votar simplemente “presente”.

El estancamiento que han mostrado repetidas votaciones en la Cámara de Representantes de Estados Unidos para elegir a su presidente significa más que una situación vergonzosa para McCarthy, quien ahora es la primera persona en un siglo en fracasar tras múltiples votaciones —siete hasta ahora— y no parece estar más cerca de hacerse del cargo que cuando comenzaron. La revuelta alarma al Partido Republicano y sus miembros advierten que están saboteando a su nueva y estrecha mayoría, alejando a los votantes mientras luchan por realizar su función más básica: elegir a su propio líder.

El episodio también plantea preguntas más profundas sobre la identidad y el futuro del Partido Republicano. Es un nuevo recordatorio de la menguante influencia del expresidente Trump dentro del partido —incluso entre los partidarios más abiertos de su movimiento político Make America Great Again (“Hagamos grande a Estados Unidos otra vez”, o MAGA por sus siglas en inglés)— mientras busca nuevamente la nominación presidencial republicana.

Ello expone un vacío en el liderazgo republicano, sin una alternativa obvia que una y guíe al partido a través de las responsabilidades prácticas de gobernar y los desafíos políticos.

El expresidente de la cámara baja Newt Gingrich advirtió que los republicanos que se oponen férreamente a McCarthy están “jugando con fuego”.

“Este es el mayor peligro que hemos tenido como partido desde 1964”, alertó Gingrich en una entrevista, refiriéndose a la Convención Nacional Republicana en la que los moderados se enfrentaron a los rebeldes más conservadores. La base republicana está “observando caos en la Cámara y está observando el potencial de una colisión entre los Nunca-Trump y los Siempre-Trump que podría ser devastadoramente divisiva”, agregó.

Los aliados del partido entre los medios conservadores del país están igual de angustiados.

“Esto es un desastre para los republicanos”, opinó el miércoles el presentador de Fox News Steve Doocy, durante el programa “Fox & Friends”. Sean Hannity afirmó la noche del martes que los republicanos en la Cámara de Representantes “están ahora a punto de convertirse en un completo espectáculo de payasos si no tienen cuidado”.

El martes, McCarthy no logró obtener la mayoría requerida durante tres votaciones porque un grupo de 20 republicanos rebeldes insistieron en una alternativa más conservadora. El miércoles, el grupo anti-McCarthy llegó a 21 a lo largo de otras tres votaciones fallidas.

Hasta que se elija un presidente, los representantes electos de la Cámara no pueden prestar juramento, lo que deja a la cámara baja del Congreso en un estado suspendido de disfunción.

La extraordinaria lucha interna se propagó por todo el ecosistema republicano mientras inicia el ciclo electoral de 2024.

“Lo que escucho de los republicanos de base, los donantes, los candidatos e incluso de los funcionarios federales electos es que hay un vacío de liderazgo significativo en el lado republicano”, recalcó Harmeet Dhillon, una abogada de California que está desafiando a la presidenta del Comité Nacional Republicano, Ronna McDaniel, para liderar el comité organizador del partido.

Dhillon se negó a emitir un voto de respaldo en la elección del presidente y apenas subrayó que “existe la sensación de que la vieja guardia no lo entiende”.

El caos contrasta fuertemente con los demócratas, que están unidos en gran medida detrás del presidente Joe Biden, de cara a la nueva temporada de elecciones presidenciales.

Mientras el miércoles se desarrollaba una de las fallidas votaciones republicanas de la Cámara de Representantes, Biden apareció junto al líder republicano del Senado, Mitch McConnell, durante un evento en Kentucky diseñado para resaltar el paquete de infraestructura bipartidista que el presidente demócrata convirtió en ley en 2021. Trump respondió arremetiendo contra McConnell mediante un ataque racista contra la esposa de McConnell, quien fue secretaria de Transporte durante el gobierno de Trump.

“Esto es lo que son. Crisis, confusión, desorden. Es desafortunado”, expresó Pete Aguilar, presidente de la bancada demócrata de la cámara baja, en conferencia de prensa.

Gran parte de la disfunción que afecta al Partido Republicano en la actualidad está relacionada con la adopción por parte del partido de la política de tala y quema de Trump y la debilitada posición política del expresidente. McCarthy ejemplifica ese modelo, pues viajó a Mar-a-Lago a principios de 2021 para visitar a Trump después de la insurrección del 6 de enero: un paso que ayudó a cimentar la resucitación política de Trump y que fue considerado ampliamente como parte de un esfuerzo de McCarthy para reforzar su candidatura a la presidencia de la cámara baja.

No obstante, aunque Trump llamó explícitamente a sus supuestos partidarios a respaldar a McCarthy el miércoles por la mañana, ninguno de los 20 republicanos de la cámara baja que se opusieron a McCarthy el día anterior —todos de la llamada ala MAGA del partido— cedió al llamado de Trump.

Eso fue incluso después de que Trump telefoneó a los críticos republicanos de McCarthy y les pidió que “pararan”, aseguró el miércoles la legisladora republicana por Colorado Lauren Boebert en la Cámara de Representantes, cuando en su lugar nominó al republicano de Florida Byron Donalds para la presidencia.

En un momento de raro desafío público a los deseos de Trump, Boebert dijo que Trump necesitaba, en cambio, “decirle a Kevin McCarthy ‘Señor: no tiene los votos y es hora de retirarse’”.

Mientras Trump luchaba por ejercer su influencia, varios aspirantes a rivales de Trump en las próximas primarias presidenciales ofrecieron su propio estilo de liderazgo a control remoto.

El gobernador de Nueva Hampshire, Chris Sununu, quien obtuvo una fuerte victoria durante su reelección en noviembre, criticó a la cámara baja liderada por los republicanos.

“¿Deberíamos estar realmente sorprendidos de que un montón de imbéciles en el Congreso estén retrasando las cosas? Por supuesto que no”, escribió Sununu en un comunicado.

El gobernador de Maryland, Larry Hogan, quien se espera que lance su precandidatura a la Casa Blanca después de que deje el cargo a fines de este mes, aprovechó el momento para resaltar su propio liderazgo ejecutivo.

“Los republicanos están hambrientos de un plato fuerte de resultados conservadores de la nueva mayoría en Washington, como los gobernadores republicanos lo están haciendo ya, pero lo único que reciben es un puñado de nueces mixtas”, afirmó Hogan. “Es hora de dejar atrás este circo y mostrar al país que podemos gobernar con competencia y sentido común”.

El exgobernador de Nueva Jersey Chris Christie, otro potencial precandidato republicano para las presidenciales de 2024, indicó que la lucha de su partido para elegir a un nuevo presidente era un desafío relativamente típico para el partido que no ocupa la Casa Blanca.

“Necesitamos tener esta pelea en público. Necesitamos tenerla en voz alta. Y después tenemos que resolverla”, aseveró Christie en una entrevista. “Esto es lo que ocurre cuando eres un partido fuera del poder que no tiene un líder nacional claro”.

No importa qué tan rápido se decida la pelea por la presidencia: el vacío de un liderazgo más amplio del Partido Republicano persistirá en el futuro previsible.

Para fin de mes, la Convención Nacional Republicana debe resolver su batalla por el liderazgo mientras McDaniel lucha por un cuarto mandato. Está en juego el futuro de la infraestructura nacional del Partido Republicano y decenas de millones de dólares en recursos republicanos.

La lucha por la nominación presidencial republicana comenzará en serio para fines de la primavera y enfrentará a candidatos ambiciosos de todo el espectro político contra Trump, en una batalla por el liderazgo del partido.

Y para el próximo otoño, a la delicada mayoría del Partido Republicano en la Cámara de Representantes se le encomendarán responsabilidades de gobierno que involucran la fe y el crédito plenos del gobierno de Estados Unidos, entre otras responsabilidades legislativas con consecuencias significativas en el mundo real.

Christie señaló que la próxima temporada de elecciones primarias presidenciales —que se desarrollará durante el próximo año y medio— estará diseñada para determinar la próxima generación de liderazgo republicano.

“Para cuando lleguemos a la convención en julio de 2024, sospecho que estará resuelta”, aseguró Christie.

Pero Gingrich, un aliado de Trump desde hace mucho tiempo, advirtió que la batalla por el liderazgo podría tener ramificaciones duraderas y llevar a la base a preguntarse por qué donaron dinero a los candidatos al Senado y la Cámara de Representantes “para acabar con este lío”.

“Creo que los miembros de la Cámara de Representantes están causando un daño sustancial al Partido Republicano y ni siquiera se dan cuenta”, lamentó Gingrich.

JFF 

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