AUNQUE muchos creen que la captura de Ovidio Guzmán tiene toda la pinta de ser un regalo de bienvenida de parte de Andrés Manuel López Obrador para Joe Biden, algunos sospechosistas creen más bien que se trata de una ficha que el mexicano decidió poner sobre la mesa de último minuto.

PORQUE, si la intención fuera darle a Estados Unidos al hijo de Joaquín “El Chapo” Guzmán envuelto en celofán y con todo y moño, nomás no cuadra que el canciller Marcelo Ebrard saliera a decir ayer de manera categórica que no se contempla una extradición en fast track del capo.

DE AHÍ que hay quienes afirman que el gobierno de México buscará usar como palanca en la negociación de temas bilaterales la posibilidad de hacer una rápida entrega del principal traficante de fentanilo, por quien Washington ofrecía una recompensa de 5 millones de dólares.

NI DUDA CABE de que al mandatario demócrata le caería muy bien poder exhibir muy pronto ese trofeo, sobre todo ahora que los republicanos tienen la mayoría en la Cámara de Representantes y se están poniendo duros en los temas que tienen que ver con el narcotráfico y la epidemia de muertes por sobredosis en EU.

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QUIENES han seguido la trayectoria del flamante candidato a subgobernador del Banco de México, Omar Mejía Castelazo, ven en la propuesta de Palacio Nacional un intento más de hacerse del control de ese organismo autónomo colocando a un fiel militante de la 4T y no al perfil técnico que realmente se necesita.

EL ASPIRANTE forma parte del grupo de economistas cercanos a Morena que en su momento encabezó el hoy defenestrado ex subgobernador Gerardo Esquivel y en el que también se ubica al ex secretario de Finanzas de la CDMX Édgar Amador y a la ex tesorera de la Federación que hoy funge como subgobernadora del Banxico, Galia Borja.

DE HECHO, Mejía Castelazo fue asesor de Amador en la CDMX y subtesorero federal con Borja y, como tal, le tocaba dar los informes sobre la entrega de recursos del programa de créditos a la palabra del actual gobierno que resultó ser un sonoro fracaso por su enorme cartera vencida. Pobres -y preocupantes- credenciales para un cargo tan relevante.

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DICEN por ahí que este año las corcholatas presidenciales, Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, enfrentaron un tremendo dilema cuando llegó la hora de escribir su cartita del 6 de enero para pedir de regalo la tan anhelada candidatura.

Y ES QUE hubo quienes les andaban mal aconsejando que en vez de hacerles la petición a los Reyes Magos mejor le dirigieran sus misivas… ¡al Rey del Cash!

 

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