El Metro de la Ciudad de México sigue en caída libre principalmente por la falta de mantenimiento. Tiro por viaje hay algún percance que ni la Guardia Nacional puede contener porque su preparación de corte militar es de muy poca ayuda ante las descomposturas, que son más bien para trabajo de mecánicos e ingenieros que, además, necesitan recursos para cumplir su labor.
Los problemas con el emblemático sistema de transporte son buen ejemplo de que las políticas que desatienden necesidades poco vistosas propagandísticamente hablando (como el mantenimiento a transporte y servicios básicos), al final se convierten en monstruosos problemas que impacta con severidad la imagen de políticos que prefieren las fotos de magnas obras que los mantengan en la memoria de los y las votantes; si no me creen pregúntele a Claudia.
Tal situación es, también, advertencia para cualquier gobierno y dependencia, por ejemplo, el caso de Caasim y en general las comisiones encargadas de la distribución de aguda potable y el alcantarillado en Hidalgo, pues la falta de mantenimiento, reparación y recursos, ha mermado de a poco la infraestructura que da servicio a la población.
En la zona metropolitana de Pachuca, por ejemplo, desde el año pasado, a percepción de un servidor que además lo ha padecido en carne propia, el desabasto de agua y la interrupción del servicio se ha recrudecido en muchas colonias como El Palmar, Centro, Adolfo López Mateos, Plutarco, Morelos, Doctores, entre otras. Incluso, debido a ello aumentaron las protestas ciudadanas con el cierre de carreteras ante la falta de respuesta por parte del órgano competente.
Las constantes fallas en el servicio fortalecieron la sospecha de la creciente falta de agua para abastecer a la capital del estado y su zona conurbada, pero ante las múltiples quejas, el titular de Caasim Juan Evel Chávez Trovamala aseguró que el problema no se trata de desabasto, sino de infraestructura.
En diciembre pasado explicó además que hasta ese momento habían hecho 868 cortes de tomas clandestinas, las cuales, dijo, también afectan el servicio de distribución a sus 272 mil 799 usuarios.
Si el problema es de infraestructura, como asevera Chávez Trovamala, ya es el momento indicado para invertir en ello e impedir un problema todavía más grande que afecte, ya no digamos a la población que puede echar a andar la imaginación para vivir semanas sin agua (?), sino la imagen de servidores públicos que más adelante pretendan pedir el voto a la ciudadanía.
Además, si el problema es de infraestructura, tiene solución: invertir recursos. Pero cuidado, que si en el transcurso del año resulta que sí es por desabasto, con perdón de la expresión: ¡aguas!
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo