Cuentan que en la Suprema Corte todos tratan de evadir a la ministra Yasmín Esquivel. Cuando camina por los pasillos, cuando se sienta en medio de sus colegas, hay un elefante en medio de la sala: la UNAM ha señalado y ratificado que ella plagió su tesis. Cunde la exigencia de que renuncie, pero ella ha asumido la más descarada de todas las posiciones: no se va porque no se va. Su presencia es evidentemente incómoda. Para ella y para todos. Pero nadie está haciendo nada.
Las ministras y ministros no han dicho una sola palabra sobre el plagio de su colega. No ha habido un solo posicionamiento público. No han activado tampoco ningún resorte en privado. Si hubieran querido dar un manotazo en la mesa para no dejar duda, los otros 10 integrantes pudieron haber emitido un posicionamiento público. Si hubieran querido ser más discretos, pudieron haber hablado con ella para que se separara del cargo. No han hecho ni una ni otra, así que con este silencio la Suprema Corte está asumiendo y pagando el desprestigio de una de sus integrantes.
¿Será que su voto a favor del “bloque ganador” de la nueva Presidencia de la Corte le esté brindando un manto de impunidad? Ojalá no sea el caso. Porque eso de que la Corte sólo puede actuar cuando la violación se comete en el desempeño de sus funciones suena a evasiva que empieza a tener un costo. Y en la Corte lo saben.
Saciamorbos
Donde se están dando hasta con la cubeta, en el adelantado juego de la sucesión presidencial, es en Petróleos Mexicanos. En Pemex hay porra para todas las corcholatas.
La animadversión entre Octavio Romero y su paisano Adán Augusto López es un secreto a voces. Por lo que tanto Romero como su equipo cercano, comandado por Marcos Herrería (conocido como el “primer ministro”), se han decantado sin tapujos por Claudia Sheinbaum.
Pero en los otros pisos de la torre de Pemex no van en la misma línea. Alberto Velázquez García, quien manda de facto sobre toda jugosa área de Transformación Industrial de Pemex -aún por encima de Jorge Basaldúa que tiene el cargo oficial-, está con el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard. Velázquez García llegó a Pemex como director de Finanzas y ahora es responsable de otro de los programas estrella de la 4T, “Gasolinas del Bienestar”, que pinta para ser otro de los fracasos. Velázquez conoce muy bien al canciller desde que trabajó para él en el Gobierno de la Ciudad de México junto al principal operador financiero del canciller, Luis Rosendo Gutiérrez Romano, quien desde su agencia financiera serviría de enlace entre el poderoso mandamás de las Gasolineras del Bienestar, el efectivo que maneja y la campaña que tanto lo necesita.
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