Si bien febrero ha sido considerado de manera tradicional en México como el “mes de la salud masculina”, en el cual se realizan varias acciones interinstitucionales para promoción de estilos de vida saludables y detección de algunos padecimientos, vale la pena entender el panorama global y regional de los problemas de salud que aquejan a los varones.
Como punto de inicio, es importante señalar que los hombres en el mundo viven más que antes, sin embargo el rango de esperanza de vida entre diferentes países y regiones del mundo oscila entre los 64 a los 81 años de edad (marcada diferencia de casi 17 años), y dentro de cada nación los varones con diferentes realidades socioeconómicas tienen diferencias puntuales.
El riesgo incrementado de mortalidad prematura en los hombres, al compararla con la de las mujeres, es considerado como un fenómeno “natural”, sin embargo las características biológicas por sí solas no pueden explicar esas diferencias e inequidades en salud: el comportamiento, exposición a riesgos, patrones de solicitud y asistencia sanitaria y la propia respuesta que reciben los hombres de los sistemas sanitarios tienen multitud de influencias.
Las muertes en hombres se producen en 86% por enfermedades no transmisibles, y accidentes o traumatismo. Los principales actores causales de la mortalidad masculina son las enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes y enfermedades respiratorias, siendo los padecimientos relacionados al corazón la principal causa de mortalidad prematura entre los individuos de 30 a 70 años, mientras que los accidentes o lesiones son la segunda causa de muerte anticipada en población masculina adulta y la principal entre los varones de 5 a 19 años.
Al compararse con las mujeres, los hombres acuden en mucha menor frecuencia a servicios médicos y no reportan (u ocultan) sus necesidades de cuidados asistenciales. De igual manera, los varones en todos los estratos socioeconómicos mantienen conductas no saludables, como son el tabaquismo, alimentación de poca calidad, consumo elevado de alcohol y mayores niveles de violencia. De igual manera, los problemas emocionales serios o depresión se mantienen con subdiagnóstico en varones y las tasas de suicidio son mayores. Con base en lo anterior se puede aseverar que los hombres adoptan una mayor cantidad de riesgos y hacen una sub-utilización de los servicios de salud preventivos y curativos.
Existen grupos de una mayor vulnerabilidad dentro de los varones: al ser los principales ocupantes de prisiones, provenientes de sociedades con altos niveles de pobreza y exclusión social, los reclusos hombres enfrentan mayores riesgos de contagio de VIH u otros padecimientos de transmisión sexual, así mismo, los hombres son más proclives a la vida en indigencia y en las calles padecen un mayor número de desórdenes mentales, consumo de sustancias ilegales y abuso, mientras que los varones migrantes (mayoría en cifra) son más susceptibles a violencia física y sexual.
Es por lo anterior que vale la pena considerar y prestar atención a esas variables que afectan la salud de los hombres y tratar de impactar en factores como mayor riqueza y educación (relacionados con menor mortalidad y mejores condiciones de salud), buscar mejores condiciones de empleo, disminuir las conductas de riesgo, fomentar la interacción social masculina, cuidar a las poblaciones de adultos mayores varones y buscar soluciones factibles y tangibles que reduzcan la violencia y conflictos generadores de muertes y lesiones. En efecto, no son problemas sencillos de atender, pero como siempre, es importante hablar de ello. La salud masculina es un tema de importancia y vale la pena prestarle atención y seguimiento. Es tiempo.
Médico Patólogo Clínico. Especialista en Medicina de Laboratorio y Medicina Transfusional, profesor universitario y promotor de la donación voluntaria de sangre
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