El presidente López Obrador ha dejado en claro que los apoyos a los pobres en su gobierno tienen un propósito político: “Ayudando a los pobres va uno a la segura, porque ya sabe que cuando se necesite defender, en este caso la transformación, se cuenta con el apoyo de ellos”. No sorprende así que el asistencialismo haya sido su bandera política. Lo curioso, sin embargo, es que la ayuda la dedica cada vez más a las clases medias y a los ricos, y menos a los pobres.
El actual gobierno ha aumentado fuertemente el gasto social. En 2018 este representaba 58.8 % del gasto programable, pero para 2022 había alcanzado 62.6 % (Coneval, Informe de evaluación de la política de desarrollo social 2022, p. 42). La Pensión para el Bienestar de los Adultos Mayores, el programa más identificado con el presidente, ha incrementado sus apoyos de 1,275 pesos bimestrales en 2019 a 1,925 en 2022 (p. 143). El gasto en los “programas prioritarios”, que incluyen la ayuda a los adultos mayores, los “medicamentos gratuitos”, las becas Benito Juárez, Jóvenes Construyendo el Futuro y otros más, ha pasado de 263,002 millones de pesos en 2019 a 427,465 millones en 2021 (pp. 147-148).
¿Cuáles han sido los resultados? Bastante magros. La pobreza laboral, que sufren quienes, pese a estar trabajando, no ganan lo suficiente para adquirir una canasta alimentaria, ha subido de 39.6 % en el primer trimestre de 2019 a 40.1 % en el tercero de 2022 (p. 71). La pobreza general también ha aumentado, de 41.9 % en 2018 a 43.9 % en 2020, 3.8 millones de personas más. La pobreza extrema pasó de 7 % a 8.5 % (p.82), un incremento de 2.1 millones de personas.
Una de las razones del aumento de la pobreza fue la decisión del gobierno de detener la actividad económica al inicio de la pandemia. Otra, dedicar las transferencias cada vez más a las clases medias, o a los ricos, y menos a los pobres.
En 2018 el ingreso corriente total per cápita de las personas más pobres, quienes se encuentran el primer decil de ingresos, aumentó 23% tras recibir las transferencias del gobierno; en 2020 el aumento ya fue solo de 14.3 %. En contraste, los deciles más ricos, del 3 al 10, registraron todos aumentos mayores en sus ingresos per cápita tras las transferencias en 2020 que en 2018 (p. 156). Los apoyos a las clases medias y los ricos están subiendo, los de los más pobres están bajando.
En 2018, 20.9 % de las personas en el decil más pobre reportaban recibir programas sociales federales; para 2020, solo 13.3 % decían estarlos recibiendo. En los cuatro deciles más pobres, menos personas reportaban recibir programas sociales en 2020. En cambio, un mayor porcentaje en los seis deciles de mayor ingreso decía que recibía estos apoyos. En el décimo decil, el más rico, el número de personas que declaró recibir apoyos federales pasó de 1.7 % en 2018 a 5.7 % en 2020. En el programa para adultos mayores, el porcentaje de quienes reportaron recibir el apoyo en el decil más pobre bajó de 15.1 % en 2018 a 8. 3% en 2020; los del decil más rico, reportaron un incremento de 3.9 a 8.5% (p. 158).
La mayor parte de la ayuda sigue favoreciendo a los pobres, pero cada vez es mayor el gasto para ayudar a quienes no lo necesitan. Es dinero erogado de manera innecesaria.
Tiene sentido usar el gasto público para ayudar a los más pobres, no a las clases medias o a los ricos.
Ahuehuete
El pueblo sabio se equivocó otra vez: votó por colocar un ahuehuete en la glorieta de la Palma del Paseo de la Reforma de la Ciudad de México, pese a que los especialistas decían que estos árboles necesitan de lugares con mucha más agua. Hoy el ahuehuete está moribundo. No sorprende.
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