Ya no hay masacres, tenemos otros datos”.
Andrés Manuel López Obrador, 2021
El 18 de septiembre de 2020 el presidente López Obrador presentó en la pantalla de su mañanera una portada del periódico Reforma que decía “Suma México 45 masacres”. La nota, en referencia a la constante afirmación del mandatario de que en México ya no hay matanzas, señalaba que solamente en lo transcurrido de 2020 se acumulaban ya 45 casos con asesinatos de cinco o más personas. “Ahí están las masacres, jejejé”, dijo el presidente. La transcripción oficial omitió las risas, pero el video completo ha circulado ampliamente.
El argumento de AMLO era que las matanzas de su sexenio no son realizadas por policías o militares. Pero el tema se revierte ahora por una nueva matanza en Nuevo Laredo, Tamaulipas, perpetrada por militares.
Los hechos ocurrieron en la madrugada del domingo 26 de febrero. Según la Secretaría de la Defensa, un grupo de militares que se trasladaban en un vehículo en tareas de reconocimiento declararon haber escuchado “disparos de arma de fuego, poniéndose en alerta”, tras lo cual “visualizaron un vehículo tipo pick-up con siete individuos a bordo, quienes se trasladaban a exceso de velocidad, con las luces apagadas, aceleraron su velocidad de manera intempestiva y evasiva, deteniendo su marcha al impactarse después con un vehículo que estaba estacionado.. Al escuchar un estruendo, el personal militar accionó sus armas de fuego”.
Los soldados dispararon más de 70 veces contra los ocupantes del vehículo. Cinco jóvenes murieron, uno más fue herido, uno quedó ileso. No hay indicaciones de que los jóvenes, que no estaban armados, hayan cometido más que una falta al reglamento de tránsito.
Todo policía enfrenta riesgos enormes. Cuando es emboscado por criminales, estos no se identifican primero. Entiendo que en las circunstancias el vehículo haya sido sospechoso. Pero hay una gran diferencia entre el adiestramiento de un militar y el de un policía. A un militar se le prepara para matar: esa es su función en una batalla. A un policía se le adiestra para cuidar a los ciudadanos, que no son enemigos, y no puede disparar a menos de que se le ataque primero.
Uno de los grandes problemas de la militarización de las policías radica precisamente la diferencia de estas dos responsabilidades. Otro es que la Secretaría de la Defensa considera que todas sus acciones deben quedar cubiertas bajo el sigilo de la seguridad nacional. Pero si quizá esto pueda aceptarse en una guerra, solo genera una ilegal opacidad cuando los militares están cumpliendo funciones de policías. Los soldados que masacraron a estos jóvenes deben poder ofrecer sus testimonios y pruebas de descargo, pero el presunto crimen que cometieron debe ventilarse con toda la apertura que corresponde a un acto cometido por policías. Para empezar, la Sedena se llevó la camioneta en la que viajaban los jóvenes. Esta es una alteración de la escena del crimen.
No es la primera vez que los militares matan a inocentes al ejercer labores de policía. En 2010 dispararon contra una camioneta en las inmediaciones de Ciudad Mier, Tamaulipas, y mataron a dos niños: Martín y Bryan Almanza. También en 2010 dos estudiantes del Tec de Monterrey fueron acribillados al salir del campus. Hay muchos otros ejemplos de cómo los militares convertidos en policías se han convertido en homicidas de inocentes.
No es fácil la labor policial. Los agentes corren siempre el riesgo de perder la vida en su trabajo. Por eso deben prepararse de manera adecuada, pero sabiendo que no pueden disparar porque escucharon un estruendo. La de Nuevo Laredo es una masacre más, de esas que ya no ocurren en México.
CFE
Buen trabajo de Bartlett en el rescate de la CFE. La empresa acumula ya tres años de pérdidas. Su patrimonio bajó 72,153 millones de pesos en 2022, de 700,691 a 628,538 millones. Por lo menos no tiene patrimonio negativo, como Pemex.
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