Funcionarios estadounidenses y expertos externos citan ejemplos recientes de actores vinculados con China que generan noticias falsas con ayuda de inteligencia artificial y que difunden grandes cantidades de publicaciones denigrantes en redes sociales

Washington.- Desde hace mucho tiempo, Estados Unidos había visto a China como una fuente prolífica de propaganda antiestadounidense, pero menos agresiva en sus operaciones de influencia que Rusia, que ha utilizado ciberataques y operaciones encubiertas para alterar las elecciones estadounidenses y denigrar a sus rivales.

Sin embargo, muchos en Washington creen ahora que China está adoptando cada vez más las tácticas asociadas con Rusia, y existe una creciente preocupación de que Estados Unidos no esté haciendo lo suficiente para hacerles frente.

Funcionarios estadounidenses y expertos externos citan ejemplos recientes de actores vinculados con China que generan noticias falsas con ayuda de inteligencia artificial y que difunden grandes cantidades de publicaciones denigrantes en redes sociales. Aunque muchos de los esfuerzos descubiertos tienen nivel de aficionados, los expertos creen que señalan una aparente voluntad de Beijing de realizar más campañas de influencia como parte de una adopción más amplia de las operaciones encubiertas, según dos personas familiarizadas con el asunto que hablaron bajo condición de anonimato para poder revelar información delicada de inteligencia.

“Para nosotros, el intento es lo que destaca”, recalca un funcionario de inteligencia de Estados Unidos.

Un ánimo cada vez más pesimista en Washington sobre las metas políticas y económicas expansivas de Beijing y la posibilidad de una guerra por Taiwán impulsa los llamados a que Estados Unidos haga un esfuerzo mayor para contraatacar la influencia china en el extranjero.

Los legisladores y funcionarios están particularmente preocupados por los países que componen el “Sur Global” en África, Asia y Latinoamérica, donde tanto Estados Unidos como China tienen enormes intereses económicos y políticos. Muchos de esos países tienen poblaciones que apoyan a ambos lados: lo que un funcionario llamó “estados indecisos” en la batalla de las narrativas.

“Esto debería ser un esfuerzo de todo el gobierno”, enfatiza Raja Krishnamoorthi, representante por Illinois, quien es el demócrata de mayor rango en una comisión recién formada en la cámara baja y que se enfoca en el Partido Comunista Chino.

“El PCCh va por el mundo hablando mal de Estados Unidos, hablando mal de nuestras instituciones, hablando mal de nuestra forma de gobierno”, advierte Krishnamoorthi en una entrevista. “Tenemos que contraatacar esto porque básicamente no es lo mejor para los intereses de Estados Unidos”.

La embajada de China en Washington dijo en un comunicado que Beijing “se opone a la invención y difusión de información falsa” y culpó a Estados Unidos por convertir a las redes sociales “en su herramienta para manipular la opinión pública internacional y su arma para estigmatizar y demonizar a otros países”.

“Sobre este asunto, corresponde a la parte estadounidense reflexionar sobre sí misma y dejar de gritar ‘atrapen al ladrón’”, expresó Liu Pengyu, portavoz de la embajada.

Los medios estatales chinos y los canales afiliados, así como los influencers en las redes sociales con vastas cantidades de seguidores, difunden de forma rutinaria ideas que Estados Unidos etiquetan como exageradas, falsas o engañosas. En las últimas semanas, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China llamó la atención sobre el descarrilamiento de un tren que liberó sustancias químicas tóxicas en Ohio, así como sobre las acusaciones de que Estados Unidos podría haber saboteado los gaseoductos utilizados para distribuir gas ruso.

El gobierno del presidente Joe Biden rechazó enérgicamente las acusaciones sobre los gaseoductos Nord Stream y defendió su respuesta en Ohio.

China ha sido vista desde hace mucho tiempo como menos dispuesta que Rusia a dar pasos provocativos que pudieran salir a la luz y más preocupada por la posibilidad de ser culpada públicamente. La inteligencia estadounidense juzgó que Rusia intentó apoyar a Donald Trump en las últimas dos elecciones presidenciales, mientras que China en 2020 lo sopesó, pero no trató de influir en la elección.

Sin embargo, algunos funcionarios norteamericanos creen que ahora China realiza o contempla efectuar operaciones que no habría realizado antes, según dos personas familiarizadas con el asunto. Eso se debe en parte a los temores en Beijing de que pierden una batalla de narrativas en muchos países, dijo una de las personas.

Los funcionarios señalaron ejemplos públicos identificados en las últimas semanas por grupos que rastrean la desinformación y la influencia.

La firma de investigación Graphika identificó recientemente videos generados por inteligencia artificial a los que vinculó a una operación de influencia en favor de China. Un video atacó el enfoque de Estados Unidos para detener la violencia armada; otro “enfatizó la importancia de la cooperación China-Estados Unidos para la recuperación de la economía global”, según Graphika. Por su parte, los analistas de amenazas que trabajan en Google afirmaron haber desbaratado el año pasado más de 50.000 casos de publicaciones y otras actividades vinculadas a una operación de influencia en favor de China conocida como “Dragonbridge” (“Puente del Dragón”).

Los videos generados por inteligencia artificial son claramente ficticios, y Graphika dijo que ninguno de ellos tuvo más de 300 visitas. La mayoría de las publicaciones de Dragonbridge, dijo Google, alcanzaron apenas a una audiencia pequeña también.

El funcionario de inteligencia de Estados Unidos explicó que las habilidades en las redes sociales eran “desiguales” y menos sofisticadas que lo que normalmente se asocia con el Kremlin. No obstante, se puede esperar que esas habilidades —tanto en términos de operaciones en redes sociales como de esfuerzos para ocultar cualquier vínculo con Beijing—, mejoren con el tiempo y la práctica, advirtió el funcionario.

Y en Washington hay preocupaciones desde hace mucho sobre TikTok, la viral app para compartir videos cuyas operaciones en Estados Unidos se encuentran actualmente bajo una revisión de seguridad nacional. No hay evidencia pública de que Beijing haya utilizado sus amplios poderes sobre las empresas en China para dirigir el contenido de la aplicación o lanzar operaciones de influencia autorizadas por el gobierno, pero existe la creencia de que China podría hacerlo con la velocidad suficiente como para no ser atrapada o detenida.

China es vista cada vez más desfavorablemente en Estados Unidos, gran parte de Europa, Australia, Corea del Sur y Japón, según datos del Pew Research Center (Centro de Investigación Pew) publicados el año pasado.

Pero en otros países de Asia, así como en gran parte de África y Latinoamérica, hay actitudes más positivas sobre el gobierno chino, a menudo impulsadas por las inversiones económicas y las ofertas de infraestructura y asistencia de seguridad de Beijing.

La Encuesta a Jóvenes de África del año pasado, compuesta por 4.500 entrevistas a adultos de 18 a 24 años en 15 países, encontró que el 76% de los encuestados creía que China tenía una influencia positiva en su país. Sobre Estados Unidos, el 72% dijo que creía que la influencia estadounidense era positiva.

En el caso de una guerra por Taiwán, respaldada por Estados Unidos, los expertos creen que dar forma a las actitudes y narrativas globales será clave para garantizar el apoyo militar y diplomático para ambos lados.

El representante Mike Gallagher, republicano por Wisconsin y quien preside la nueva comisión legislativa sobre China, dijo en un comunicado después de una visita reciente a Taiwán que las operaciones de influencia china son parte de una estrategia más amplia de una “guerra cognitiva”. Agregó que el panel “trabajará para exponer la verdad sobre el patrón de agresión (del Partido Comunista Chino) contra Estados Unidos y nuestros amigos”.

El Global Engagement Center (Centro para la Participación Global, o GEC, por sus siglas en inglés) del Departamento de Estado de Estados Unidos está a cargo de contrarrestar los mensajes chinos tanto fuera de Estados Unidos como de China. Un funcionario del Departamento de Estado —bajo condición de anonimato según las reglas básicas establecidas por el departamento— respondió a las preocupaciones de que Estados Unidos no contrarresta de manera directa muchas líneas de ataque de Beijing.

“Se tomó la decisión de que no íbamos a entrar al juego de dar palos ante líneas específicas de mensajes chinos”, aclaró el funcionario. “Francamente, hay demasiadas de ellas. Sería como intentar meter el dedo en un dique para detener la fuga”.

En cambio, el Departamento de Estado trata de financiar programas que expongan hechos e ideas que China quiere suprimir. El Centro para la Participación Global ha financiado investigaciones de terceros sobre la represión de Beijing en la provincia china de Xinjiang contra los uigures y otros grupos étnicos mayoritariamente musulmanes. Beijing ha intentado desde hace mucho de enmarcar sus operaciones en Xinjiang como una lucha contra el terrorismo y el radicalismo en vista de las críticas internacionales sobre su red de campos de detención y sus restricciones de movimiento y expresión religiosa en la provincia.

El Departamento de Estado también financió capacitaciones para periodistas de investigación en países que han recibido inversiones chinas y un proyecto que siguió la construcción de represas chinas a lo largo del río Mekong, que fluye desde China y que es una fuente clave de agua para los países del sudeste asiático.

Estados Unidos también utiliza la inversión directa como una herramienta para contraatacar la influencia china, aunque los críticos han cuestionado si algunos programas financiados son efectivos.

En un caso, la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) propuso el año pasado utilizar recursos de un fondo anual para contrarrestar la influencia china a fin de apoyar a las panaderías en Túnez. Según otras dos personas familiarizadas con el asunto, los funcionarios querían comprar un programa de cómputo a los propietarios de panaderías para ayudarlos a determinar cuáles de sus productos eran más comercializables. Las personas hablaron bajo condición de anonimato para poder revelar las deliberaciones internas de la agencia.

En un comunicado, USAID dijo que el programa de Túnez tenía la intención de “crear empleos sostenibles impulsados por la demanda” y promover los programas de cómputo occidentales sobre los chinos que “podrían ser fácilmente accesibles” pero “menos eficientes”.

“Sabemos que nuestra asistencia basada en subvenciones puede llegar aún más lejos cuando se combina con inversiones públicas y privadas, la cual supera con creces los recursos que la República Popular China ha puesto sobre la mesa hasta la fecha”, dice el comunicado.

JFF 

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