El ejecutivo federal, quien sostiene que la política pública de “abrazos y no balazos” es más eficaz para disminuir la violencia en México, ante la presión de los Estados Unidos de Norteamérica para que combata a la delincuencia organizada que elabora drogas sintéticas, entre ellas el cristal y el fentanilo, declaró que buscará prohibir la importación a México del fentanilo para uso médico, y por lo tanto ordenó realizar una investigación científica para revisar la posibilidad de sustituir esta sustancia por otro analgésico, lo cual provocará que los pocos pacientes favorecidos por el uso médico de este opioide sintético no tengan ninguna alternativa eficaz conocida hasta la fecha.
Es otra piedra más a la negligencia casi criminal con que han manejado la salud en nuestro país y explico por qué.
1.- La Ley General de Salud (LGS) considera en un capìtulo especial en el artículo 234 las sustancias que considera estupefacientes, entre ellos los opioides, que se utilizan principalmente para tratar el dolor moderado o severo como la morfina (natural), analgésico potente utilizado en entornos hospitalarios y en cuidados paliativos; la oxicodona y la hidroxicodona (semisintéticos) utilizados en combinación con paracetamol para el dolor crónico moderado a severo; el tramadol (sintético) de acción prolongada, que aunque es menos potente, tiene un efecto adictivo; y el fentanilo (sintético) que es extremadamente potente, entre 50 y 100 veces más potente que la morfina y se utiliza para tratar el dolor severo, a menudo en entornos hospitalarios, y también se prescribe en parches transdérmicos y tabletas efervescentes para el manejo del dolor crónico en pacientes que ya han desarrollado tolerancia a otros opioides.
2.- Su prescripción se hace bajo control sanitario estricto y los médicos tratantes pueden utilizar el fentanilo u otros opioides como fármaco paliativo a un enfermo en situación terminal, aún cuando pierda estado de alerta o se acorte la vida del paciente, siempre y cuando se suministren dichos fármacos paliativos con el objeto de aliviar el dolor del paciente. En estos casos será necesario el consentimiento del enfermo. (Artículo 166 Bis 6 de la LGS).
3.- Es importante recordar que aunque los opioides médicos pueden ser altamente efectivos para tratar el dolor, también tienen un alto potencial de abuso y adicción. Los médicos y pacientes deben considerar cuidadosamente los riesgos y beneficios al usar estos medicamentos y seguir las pautas de prescripción y uso adecuadas para minimizar los riesgos. Por ello, hay un severo control dentro del sistema de salud.
4.- En México no se produce el fentanilo para uso médico, se importa. El fentanilo a que hace referencia en sus informes (el más reciente 2022) la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), al contrario de lo que dice el amigo de los abrazos, resalta la preocupación por la falta de acceso a sustancias fiscalizadas con fines médicos, incluso en situaciones de emergencia. Subrayó el Dr. César Arce Rivas que debe aumentarse la disponibilidad de sustancias sometidas a fiscalización y el acceso a estas para fines médicos y científicos, que ningún paciente se quede atrás. Este suplemento confirma que en nuestro país existe una desigualdad en el acceso a medicamentos para el tratamiento del dolor y trastornos de salud mental.
5.- La compra de medicamentos por el Gobierno Federal se limita a aquellos que están en el Compendio Nacional de Insumos para la Salud, donde el fentanilo tiene cinco claves, dos de ellas en solución inyectable, una en parches y tres de tabletas bucales. La compra anual no excedió las 400 mil unidades en el 2022. Estimado lector, las necesidades a cubrir son para más de 17 millones de pacientes con dolor crónico y cuidados paliativos. Solo uno de cada 10 recibe el tratamiento adecuado y los demás viven y mueren con dolor.
6.- El problema real son los amigos abrazados. Para muestra un botón: en el artículo publicado en enero de este año acerca de píldoras falsificadas a base de fentanilo, heroína y metanfetamina vendidas en farmacias turísticas en México, mostró que de 40 farmacias estudiadas se surtían medicamentos controlados sin receta médica en 68%; como pastillas individuales en 11. Se obtuvieron pastillas falsificadas en 112. De 45 muestras vendidas como sustancias controladas únicas, 20 eran falsificaciones y 8 de 27 de las muestras vendidas como oxicodona contenían fentanilo.
En conclusión, nada tiene que ver el escaso e insuficiente fentanilo médico adquirido, con el proceso de fabricación, venta y exportación ilícita permitida por el señor de los abrazos. Convoco a los colegios, asociaciones y academias a manifestarse enérgicamente a favor de la salud de los mexicanos.
Mientras tanto, duermen las minutas e iniciativas para mejorar el dolor, los cuidados paliativos pediátricos y la liberación de la naloxona, que salva vidas de pacientes intoxicados por opioides en el Senado de la República. Colegas, ¡a trabajar!