Ciudad de México.- Uno de los técnicos que instalaban 15 pantallas gigantes cerca del Zócalo dijo que era porque al otro día iba a llegar Lázaro Cárdenas.

“Cuauhtémoc”, lo corrigió su compañero en el cruce de Bolívar y Madero, a cuatro calles del Zócalo. Y añadió: “Por lo del petróleo”.

Por Guatemala, afuera del edificio Círculo Mexicano, donde el hijo del presidente Andrés Manuel López Obrador tiene su chocolatería de lujo, un organillero respondió que las pantallas, las vallas alrededor del Palacio Nacional, el templete debajo del Balcón presidencial, las mil 500 sillas dispuestas para los invitados VIP y los últimos preparativos eran por el cumpleaños de Benito Juárez.

“Que es el 21, 21 de marzo, pero Obrador lo adelantó”, dijo, cerrando un ojo, extendiendo su gorra en busca de monedas.

En la esquina de la calle Moneda y la plancha del Zócalo, en el caos de los tambores, el humo y el ruido de conchas, una danzante azteca -sus trenzas, su collar de jade falso, su piel quemada-, sostuvo que era por el cumpleaños del presidente.

Un año más con vida, y uno más de gobierno, se podría decir”, dijo.

Las pantallas estaban en 5 de Mayo y sobre Madero y sobre Venustiano Carranza, 20 de Noviembre y Pino Suárez. La plaza fue enrejada y dividida como para el grito de la independencia y hasta los policías de seguridad pública acarreaban las vallas para seguir cerrando alrededor del Palacio donde vive Lopez Obrador.

El 25 de enero, el presidente anunció otro de sus mítines. Este, con el pretexto de la expropiación petrolera ordenada por Lázaro Cárdenas 85 años atrás.

“Un acto grande, grande, grande”, dijo, para que los funcionarios de su gobierno comenzaran a organizar el acarreo y desbordar el Zócalo.

Desde 2020, López Obrador prometió la soberanía energética. “En el 2023, vamos a ser autosuficientes en producción de gasolinas”, dijo el 6 de junio de 2020 y lo repitió el año pasado, cuando inauguró la refinería de Dos Bocas que aún no refina. Esta semana, sin embargo, el director de Pemex reconoció que este año apenas esperan llegar a la producción de 2 millones de barriles de petróleo diarios, una vieja promesa del Presidente. Que la soberanía tenía que esperar, ahora para 2025.

La soberanía y la soberanía energética eran palabras inimaginables a ras de Zócalo. En esa esquina donde cada tarde un grupo de fanáticos del presidente se reúne, cuelga sus lonas y pancartas y le mienta la madre a quienes osan criticar al tabasqueño, una anciana que cuidaba un retrato gigante de López Obrador reconoció el hecho.

“La pura verdad no sé de qué se trata”, dijo, y el retrato colgaba de las vallas anaranjadas con una frase del Presidente: “Hace mucho que dejé de pertenecerme, ya no me pertenezco, soy del pueblo de México”.

Cerca de las seis de la tarde la Policía pidió desalojar el Zócalo. Había paseantes nacionales y extranjeros, compradores de chácharas, vagos y mirones. Ninguno respondió que el motivo era por la “Fiesta Nacional por la Soberanía Energética”, como oficialmente fue nombrado.

“Es por lo del petróleo”, era lo más que decían.

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FRG
 

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