Para quedarse sin palabras, es el caso de los supuestos guanajuatenses desaparecidos en San Luis Potosí, donde la realidad superó a la imaginación porque en cinco hechos distintos se logró liberar de las garras del crimen a más de un centenar de personas.
Finalmente, de todas las historias, y mentiras, que se entretejieron en el caso, resultó que solo dos de ellos eran leoneses, pero uno de estos fue encontrado muerto, y se trata de los choferes de las camionetas de la empresa de transporte Eiffel.
Quienes seguimos el asunto en los medios de comunicación y en las redes sociales, lo que sacamos en claro es lo fácil que puede generarse un teléfono descompuesto, que daría para otro artículo, pero de lo que no se debe dejar de lado es lo hecho por el alcalde de San Felipe, Eduardo Maldonado.
Este señor, desde un punto en la carretera a La Quemada, en su Municipio, transmitió mensajes, entre los que destaca en el que daba cuenta que sus paisanos ya habían sido liberados e iban felices con rumbo al norte del País.
Ese funcionario argumentó el supuesto contacto con “los familiares” de sus conciudadanos, quienes le iban dando los pormenores del hecho. Lo que al final de la historia lo hace ver como un mitómano, sobre quien debería haber cargos judiciales por falsas declaraciones públicas.
Creo que lo destacable de todo esto fue la decisión de Diego Sinhue, gobernador de Guanajuato, de ordenar el uso de dos helicópteros, a los que les llaman Arcángeles para ir en busca de nuestros entonces “paisanos”.
Gracias a ello, me informan que también se usó un helicóptero de San Luis Potosí, y a los elementos guanajuatenses, se les sumaron efectivos del Ejército y de la Guardia Nacional.
De acuerdo a las imágenes en Twitter (tomadas desde los Arcángeles), en lugar de encontrar a los 23, en un convoy de grupos delictivos llevaban a 35, pero migrantes, entre quienes se supone rescataron a uno de los operadores de las camionetas de Eiffel. El sitio donde los ubicaron y rescataron se llama curiosamente El Arcángel.
La historia no quedó ahí porque al activarse el trabajo de las corporaciones de seguridad pública, momentos después rescataron a otros 45 en un autobús, pero que también estaban en manos del crimen.
Antes, personal del Instituto Nacional de Migración había encontrado a 11 extranjeros, retenidos en una casa “de seguridad” de la delincuencia y momentos después las policías rescataron a cuatro mexicanos que habían sido asaltados y privados de la libertar por parte de delincuentes. Vayan sumando y restando.
Conste que no estamos considerando a los 14 turistas del Estado de México que fueron asaltados por la misma zona de Matehuala, pero no privados de su libertad, y que denunciaron lo sucedido.
Lo que se va deduciendo de todo esto es la terrible inseguridad que hay en todo el País, pero en caso concreto en San Luis Potosí, donde ocurren hechos de violencia e inseguridad que ni nos damos cuenta.
En una visita que hice a la ciudad capital, San Luis Potosí, hace tiempo, me recomendaban las personas de allá no salir o viajar por ninguna carretera que no fuera la autopista, porque estaban controladas por los grupos delincuenciales.
Por supuesto que lo creí, pero quizá no en la magnitud que ahora lo vemos y que me deja la reflexión de que, si no se hubieran activado las corporaciones de seguridad, qué habría pasado con todas esas personas, mexicanos o centroamericanos.
Lo que se deduce es solo lo que estaba pasando: que los criminales los asaltan, los secuestran, piden depósitos por su liberación y cuando se accede a ello, no necesariamente los liberan, sino que los matan junto con quienes no tuvieron quién hiciera transferencia alguna y, todos, van a dar a fosas clandestinas.
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