¿Conoces la historia de Hachiko, el perro más leal del mundo? Su historia ha sido llevada a la pantalla un par de ocasiones. La primera es una cinta japonesa de 1987 llamada Hachiko Monogatari. La segunda es una versión hollywoodense de esa misma película, cuyo protagónico es Richard Gere. Ambas películas están basadas en la historia del verdadero Hachiko. Hachiko nació en Odate en 1923 y tras la muerte de su dueño, el Dr. Hidesaburo Ueno en 1925, lo esperó día tras día en la estación de Shibuya hasta su propio fallecimiento en 1935. Es decir, 10 años estuvo esperando en esa estación a que su dueño regresara. En dicha estación de tren hay una estatua erigida a Hachiko como recuerdo a su lealtad.
En Tulancingo tenemos dos historias semejantes, ambas ocurridas en el panteón municipal. A mediados de 2012, llegó a este panteón un perrito al que comenzaron a nombrar “El negro”. De acuerdo a los relatos de personal del panteón, iba acompañando a su fallecido dueño. Al terminar el servicio, el Negro no se quiso ir de la tumba, no se separaba del lugar. No comía. Hasta que semanas después aceptó poco a poco la comida que le ofrecían los trabajadores del lugar, pero sin separarse de la tumba. Con el paso de los meses, se ganó el aprecio de todos, en especial del Director, que, conmovido por la lealtad del can, al finalizar su administración se llevó al Negro a su casa derivado del vínculo que crearon ambos.
La segunda historia es de esta administración, se trata de una perrita a la que bautizaron como La Nena. También llegó con un servicio fúnebre y se quedó acompañando a su dueño durante días. Actualmente ha sido adoptada por los trabajadores del lugar, quienes la cuidan y le dan de comer. Ella los acompaña a sus labores, pero sin salir del panteón, sigue estando cerca de su antiguo dueño.
Según la cosmogonía nahua y maya, los perros pueden ver a las almas, también pueden verlas cuando se separan del cuerpo en la muerte. los perros siempre están alertas cuidando a sus amos; es bien conocido el hecho otras historias, en las que, tal como el Negro y la Nena, los lomitos hacen guardia sobre la tumba de sus amos, olvidándose de comer, y a veces hasta mueren ahí mismo. 
Eso, y su relación simbólica con la oscuridad, explican por qué se ha considerado en muchas culturas a los canes como conductores de las almas al reino de la muerte. 
Hasta la fecha, en México y por supuesto en esta zona de Hidalgo, mucha gente piensa que cuando alguien muere llega al gran río del inframundo, y si se portó bien con su perro, este lo ayudará a cruzar dicho río, permitiendo a su amo montarse sobre su lomo y llegar al recinto del dios de la muerte.
¿Qué te parecen estas muestras de lealtad de los lomitos? Ellos siguen amando y cuidando de sus amos hasta después de la muerte, en nosotros está corresponder de igual manera, cuidándolos y protegiéndolos.

ACLARACIÓN       
La opinión expresada en esta columna es responsabilidad de su autor (a) y no necesariamente representa la postura de AM Hidalgo

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