Si López Obrador anhela la posesión de las vías de Ferrosur, debe negociar con sus dueños su compra o su renta, no puede simplemente tomarlas por la fuerza.

 

No, no es expropiación, ni tampoco “ocupación temporal” como afirmó el Secretario de Gobernación: la toma de Ferrosur con apoyo armado de la Marina es un DESPOJO. Lo cual es lo mismo que afirmar que se trata de un robo: sea temporal o permanente el Gobierno no tiene derecho a apropiarse lo que no le pertenece, esto salvo condiciones específicas que marcan nuestras leyes, incluyendo la Constitución.

La primera condición es que, para expropiar, el Gobierno primero debe demostrar que lo que desea quitarle a un particular es de “utilidad pública”. Claramente, quitarle vías de ferrocarril a Ferrosur, una empresa de Grupo México, no es de utilidad pública, es algo de utilidad gubernamental, de UNA obra de Gobierno realizada por las Fuerzas Armadas.

La otra condición que marca nuestra Constitución, la cual protege el derecho a la propiedad privada, es que toda expropiación debe realizarse MEDIANTE indemnización. Quiere decir dando y recibiendo: es decir, el Gobierno tiene que INDEMNIZAR económicamente y de común acuerdo al despojado, no puede simplemente quitarle su propiedad (ya sea de forma permanente o temporal) a ningún individuo o empresa.

De manera que el decreto chicharronero que se aventó el Presidente para apropiarse de las vías de Ferrosur es INCONSTITUCIONAL y VIOLA el Estado de Derecho, así como las garantías individuales constitucionales de Ferrosur y de sus propietarios.

El señor López no actúa en este caso -como no ha actuado en otros- como Presidente de una nación democrática: actúa como un DICTADOR, que se cree dueño de vidas y haciendas. No respeta el Estado de Derecho, ni a nuestra Constitución, ni las limitaciones que nuestras leyes le marcan a los servidores públicos, como el respeto a la propiedad ajena.

Es patética la justificación de esta medida que ofreció el Secretario de Gobernación y “corcholata” presidencial, Adán Augusto López.

No existe en ninguna ley vigente en México la figura jurídica de “ocupación temporal”, SÍ en cambio, existen el despojo, el robo, la apropiación por la fuerza de algo que no les pertenece.

Ya lo señalaron algunas de nuestras Cámaras empresariales, usualmente tan calladas y tímidas, que rara vez se atreven a contradecir a un Presidente que invariablemente, con cada uno de sus actos, se equivoca, abusa de su poder o pisotea la Constitución, que la medida que tomó este señor AHUYENTA la inversión, pues crea en México MÁS INCERTIDUMBRE de la que ya había.

Algo que en estos momentos el País no necesita, sobre todo en el contexto del pleito abierto del Presidente contra nuestra Suprema Corte y diferentes disputas contractuales con empresas norteamericanas, precisamente por haber el Gobierno violado sus derechos, como en el caso de Vulcan en Quintana Roo, la cual también fue ocupada por la Marina, armada, por la fuerza y bajo el pretexto de una disputa entre particulares.

No es exageración afirmar que en estos momentos en los que en el entorno global comercial y económico México tiene todo a su favor, por ejemplo con el nearshoring, tengamos a un Presidente que se empeña en actuar como un tirano autócrata, que busca imponer en todo sus caprichos. Más que caprichos, en ocasiones parecen resentimientos, golpes a su ego no superados y que aún hierven en un gran cazo de odios personales e ideológicos que afloran en sus decisiones arbitrarias con total desapego a nuestras leyes.

Ser Presidente no equivale a ser autócrata: es una gran responsabilidad que acarrea consigo una enorme cantidad de restricciones legales diseñadas todas para evitar, como en el caso que hoy discutimos, ABUSOS de poder.

“El Rey hace lo que puede: no lo que quiere”, reza un viejo proverbio español, el cual indica que incluso los reyes, lo cual ciertamente el señor López no es, aunque se comporte como tal, deben autolimitarse a lo que se puede, no a lo que se quiere.

Si el señor López anhela, ansía, envidia la posesión de las vías de Ferrosur, entonces debe negociar con sus dueños su compra o su renta, pero no puede simplemente tomarlas por la fuerza. Pues esto, tomar por la fuerza lo que no les pertenece, es lo que hacen los TIRANOS, no los Presidentes.

¿Qué desea entonces ser usted, Presidente López?

 

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