Qué privilegio haber sido una mosca en la pared del Restaurante “El Mayor” el lunes por la noche, en la cena ofrecida por el Emir López a sus cuatro corcholatas y los Gobernadores de su partido.
Como afirmó él que eran temas tratados en el edificio de la Librería Porrúa de los que “no podía hablar”, debemos suponer que el Presidente giró instrucciones a sus allegados sobre cómo quiere él que se conduzcan las cosas tras el triunfo de Delfina Gómez en el Estado de México.
Obviamente, salta a la vista que un evento de esta naturaleza abandona toda pretensión de IMPARCIALIDAD. No se puede decir, mucho menos afirmar, que el Presidente se mantiene ajeno a los procesos electorales dejando esos temas a los dirigentes del partido.
Da la apariencia de que el señor López está completamente involucrado en el proceso político de su sucesión, siendo mera palabrería eso de “al carajo con la imposición”. Si él dirige, entonces él impone; no hay más que dos opciones: o está metido o está fuera. Si está metido, él está llevando el proceso; si no lo está, entonces ¿a qué se debe la reunión exclusiva -convocada por él- con sus corcholatas y con sus Gobernadores?
Reunión EXCLUYENTE, no incluyente, en la que el Presidente se muestra más como el SUPRAdirigente de su “movimiento” que como el Presidente de todos los mexicanos. El señor se mira como un participante sumamente interesado en influir en el proceso, en asegurarse de que CONTINÚE su proyecto de “transformación” que él inició y que incluye, entre otras cosas, traer a México “médicos” CUBANOS Y VENEZOLANOS, como si aquí no tuviéramos muchos y muy buenos médicos.
El solo hecho de que se reunieran fuera de Palacio, en una cafetería/restaurante que CERRARON para llevar a cabo su reunión, indica que se trataba de un cónclave de orden partidista al que el Presidente -si lo fuera de todos los mexicanos- no tendría por qué asistir.
Si fuese, como afirmaron, un simple llamado “a la unidad”, entonces debió haber sido en Palacio Nacional y debieron haber asistido TODOS los Gobernadores, todos los aspirantes presidenciales, todos los dirigentes partidistas y el ganador de la elección de COAHUILA, Manolo Jiménez, no sólo la ganadora en EDOMEX, Delfina Gómez.
El cónclave de “El Mayor” fue una reunión del Gabinete político del Presidente para orientar la estrategia partidista de Morena y la 4T con miras a las elecciones del 2024. Y si acaso hablaron de “unidad”, se trató nada más de la unidad de Morena que, tras el nombramiento de la corcholata elegida, sufrirá el desgaje de un UNGIDO muy contento y TRES otros muy descontentos que sentirán que se los madrearon feamente.
Seguramente, a eso se refería el supralíder de Morena, el señor López, cuando dijo ayer en la mañanera que mandaría al “carajo” (según él, así se designa “la casita” en el mástil), y que es a donde mandan “a los que se portan mal”. ¿Quiénes serían, a los ojos de López, los mal portados? ¡Quienes no se plieguen a su voluntad! ¡Quienes se quejen o denuesten el “proceso de selección”! ¡Quienes afirmen que éste fue amañado o manipulado!
O quienes dentro de Morena se atrevan a pensar, o afirmar privada o públicamente, que el -o la- elegida no es la mejor opción y que se equivoca la dirigencia, o quien haya hecho las encuestas (si es que existen) que determinaron al sucesor o sucesora del señor López. O, cuando menos, que sirvieron de PRETEXTO para justificar la designación.
La lección que arroja la cena en “El Mayor” es que México no tiene Presidente: lo que tiene es un señor que acapara el poder y lo ejerce sólo en beneficio de su partido y sus partidarios.
Todo su tiempo, incluyendo su tiempo libre, el que transcurre después de las 8 de la noche y que se supone está apartado para su descanso y para convivir con su familia, se lo dedica a la GRILLA partidista, a mandar y ordenar el desempeño de sus correligionarios.
Usualmente, en gente así se da mucho el empleo de la zanahoria y el garrote: la zanahoria para los que obedecen y el garrote (o el carajo) para los que “se portan mal”.
O sea: “¡Por aquí te vas, Conejito Blas!”. ¿O qué, alguno de ustedes piensa que el señor López fue a “El Mayor” con “su” gente a cafetear y contar tallas?
Imparcial
La lección que arroja la cena en “El Mayor” es que México no tiene Presidente: lo que tiene es un señor que acapara el poder y lo ejerce sólo en beneficio de su partido y sus partidarios.