Existen -cuando menos- dos atributos físicos que un político requiere poseer en este nuestro México: cola corta y piel gruesa.

Adivinarán, amigos lectores, de lo que hablaremos: el video que se hizo viral en el que la aspirante de Morena, próxima ex Jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, enfrenta visiblemente molesta al Gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, quesque presidente del Consejo de Morena, porque a la entrada a un evento de morenistas un grupo gritaba afuera: “¡piso parejo!”. 

No somos defensores del señor Durazo, pero quienes han visto con detalle el video se asombran de que haya aguantado el berrinchito que le hizo Sheinbaum; pero más aún que las palabras, debe destacarse el TONO de la embestida y el lenguaje corporal. “Ya me cansé… A donde yo llego me respetan”, le espeta Sheinbaum a un Durazo ecuánime, a quien seguramente cuando fue Secretario de Seguridad Pública al inicio del sexenio ¡ni los capos del narco le hablaban así!

Sacó la señora Sheinbaum el índice de fuego para enfatizar su enojo, el cual le apuntó a Durazo, primero, y luego contra la mesa que estaba de por medio entre ambos como si quisiera agujerarla. Cuando terminó su diatriba, la señora, media majadera o maleducada (aplique cada quien el término que más le guste), se dio la media vuelta de rabieta para darle la espalda a Durazo por algo de lo cual ÉL NO ERA CULPABLE.

Seguramente fue algún contrincante de Sheinbaum, pero de ello Durazo no tenía culpa alguna. Gritar “¡piso parejo!” no puede considerarse como un insulto para Sheinbaum, ni agravio, ni reclamo, ni nada. Ahora, sumando el lenguaje corporal, el “tonito” empleado y el “a donde yo llego me respetan”, ¡ah, caray!

Dudamos mucho que ni la finada REINA Isabel II de Inglaterra empleara jamás semejante término. Indica un sentido de entitulamiento afirmando su EGO que ella cree que debe ser tratada de manera especial por ser quien es: aún ni es candidata, mucho menos Presidenta, y ya se quiere dar aires de Emperatriz.

Cabe destacar que Durazo no sólo es el presidente del Consejo de SU partido, sino que es el Gobernador de Sonora, o sea, representa y lleva consigo la dignidad de los sonorenses.

En la política no sólo son las palabras las que importan, sino el “tonito” con el que se expresan. Durazo NO ES EMPLEADO de Sheinbaum, no es su chalán, es su IGUAL, y dentro del partido, su superior, si a ésas vamos.

No entendemos cómo Durazo aguantó el regaño sin replicarle a la señora; lo menos que le pudo haber contestado era: “¡Si no aguanta el calor, señora, sálgase de la cocina!”.

¿Quieres ser Presidenta? ¡Pues AGUANTA, que peores cosas te han de tocar!

Francamente da MIEDO que pueda llegar a Presidenta una persona con piel tan delicada, corajuda, prepotente, incapaz de poder realizar un diálogo respetuoso NI SIQUIERA CON SUS CORRELIGIONARIOS. Si así los trata a ellos, ¿cómo irá a tratar a los mexicanos comunes o a sus rivales políticos?

Hemos dicho antes que a los funcionarios, a los políticos, hay que juzgarlos por sus ACTOS, no por sus intenciones, ni por las cosas buenas que dicen de sí mismos sus propagandistas a sueldo. Si por lo que aconteció en la INTERNA de Morena hemos de juzgar, diríamos que la señora Sheinbaum carece del temperamento necesario, de la ecuanimidad y tolerancia que se requiere para ser Presidente de México.

Con su acto de soberbia desplegado en ese retrato valiosísimo plasmado en el video viral, da credibilidad total a esa otra viralidad que circula simultáneamente en redes sociales: ¿Cuál es la diferencia entre una mujer encabritada y un terrorista? Sencillo, ¡que con el terrorista puedes negociar!

Repetimos, no defendemos a Alfonso Durazo y nos valen un comino las entrañas de Morena con sus tejemanejes y sus enjuagues de repartición de puestos. Por nosotros, que se agarren todos a cubetazos, ¡pero ya! El tema realmente es uno de fondo: necesitamos los mexicanos CONOCER bien a quién vamos a elegir en puestos de relevancia en el Gobierno a partir del 2024. Este asomo inicial a la personalidad de una de las titerelatas ASUSTA.

 

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