¡Qué sorpresa! Otro fraude en Segalmex cometido en la presente Administración, la cual dice “ser diferente” y afirma que no hay corrupción ni mentiras.
Está implicado en este fraude, calculado en más de MIL SETECIENTOS millones de pesos, un funcionario cercano a Ignacio Ovalle, protegido del señor López y que fue perentoriamente exonerado por el mismo Presidente en el FRAUDE ANTERIOR en la misma dependencia.
El funcionario cercano que operaba en Segalmex (también en Liconsa y Diconsa) es Roberto del Valle.
El fraude era redondo: Segalmex entregaba dinero y leche cruda a dos empresas involucradas para que la retornaran como leche en polvo y crema.
Las empresas beneficiadas con estos contratos (Coprolac y Grupo Vicente Suárez 73) se quedaron con el dinero… y nunca entregaron la leche en polvo y la crema.
Esto aconteció en el año 2020, en pleno auge de la 4T, en la que -dicen- “no hay corrupción” y en la que “la familia”, que incluye necesariamente a hermanos e hijos, “no se mete en política”.
Pero ahí tienen ustedes a Pío, el hermano de López, en un lujoso Mercedes-Benz, de los grandotes, paseándose y de gira con Marcelo Ebrard.
Y mientras tanto, el hijo del Presidente, de nombre Andrés, se da el lujo de convencer a su padre para que nombre a uno de sus amigos en la STPS, en lugar de Luisa María Alcalde, quien tiene de Secretaria de Gobernación lo que su servidor de marciano.
(Y, por cierto, las fotos que circulan en las benditas -según López- “redes sociales” NO SON de la Lic. Alcalde, sino de una influencer que se le parece mucho).
En cambio, sí es ella la que aparece en un video promocional de Morena en el que cantan una canción a bordo de un camión.
Pero divagamos: hablábamos de los fraudes de la 4T, que no son pocos y que incluyen incluso algunos cometidos por militares.
Un CORONEL y un CAPITÁN fueron acusados por el órgano interno de la Sedena de entregar irregularmente un contrato de casi TRESCIENTOS millones de pesos a una empresa llamada PQ Servicios e infraestructura para fabricar 33 mil cascos balísticos para el Ejército. Ello pese a que el diseño de PQ no reunía las especificaciones.
Sean los anteriores botones muestra de que la corrupción en las organizaciones gubernamentales no se erradica por decreto, y menos por boletín de prensa. Se requieren para evitar prácticas corruptas mecanismos de control, supervisión y revisión. En pocas palabras, SE REQUIERE TRANSPARENCIA, algo que no existe dentro del Ejército, hoy día a cargo de todo.
Por cada fraude que pescan los organismos de Gobierno, como la FGR o el OIC (Órgano Interno de Control) de la Sedena, bien se les pueden pasar 10, ya que la OPACIDAD propicia la corrupción.
Donde se gasta el dinero del pueblo, deben estar los OJOS de la ciudadanía supervisando y asegurándose de que el dinero que aporta -vía impuestos- la sociedad al Gobierno se utilice y gaste correctamente.
ONGs dedicadas a estudiar este tipo de fenómenos coinciden en que en el actual Gobierno federal y en el de la CDMX, entre el 80 y 90% de los contratos se otorgan por dedazo, sin mediar concurso o licitación alguna.
Pone el Gobierno diferentes excusas, siendo la principal que se trata de temas de “seguridad nacional”. Obvio que esto no es cierto, es sólo un paraguas que emplean para encubrir el rompimiento de las leyes que permiten a los ciudadanos saber qué se contrata y a qué precio y condiciones.
La transparencia, por supuesto, también incluye la RENDICIÓN DE CUENTAS por parte de los funcionarios que gastan el dinero de la ciudadanía, frecuentemente, de manera caprichosa y -por supuesto- OPACA.
Tomen en cuenta -una vez más-, estimados lectores, que los Gobiernos NO GENERAN dinero, simplemente lo desaparecen: no aportan riqueza, la destruyen. Por ello es que en las democracias se han establecido reglas de transparencia, de apertura en las licitaciones y concursos para realizar las obras y las compras, de manera que todo ciudadano pueda saber en qué se gasta SU DINERO, quién lo gasta y bajo qué condiciones, precios y plazos.
Sólo observando estas reglas se puede combatir la corrupción: pretender hacerlo mediante discursos equivale a pretender hacerlo con una dosis grande de “jarabe de pico”.