“Toda teoría es gris y verde el áureo árbol de la vida”, decía el inmortal Goethe, y sin embargo, cómo es necesaria la primera para poder comprender los problemas en vías de solucionarlos. Durante su trabajo investigativo en la Universidad de Oxford (MPhil 2017-2019) Samuel León Sáez, se especializó en el Mercado Negro de Combustibles Mexicano (MNCM), cuyo resultado es este libro editado el año pasado por Miguel Ángel Porrúa. Su rigor y amplitud nos permite conocer con mucha mayor profundidad el caso mexicano e insertarlo dentro de las dinámicas delictivas globales, pues, aunque con características muy específicas en México, el tráfico también se realiza en países como Turquía, Nigeria, Tailandia, Colombia, y hasta en la Unión Europea a través de Malta e Italia.
El huachicoleo es producto de diversas coyunturas, en particular la diversificación de actividades delictivas de grupos ya establecidos en territorios cercanos a zonas de distribución con el fin de aprovechar sus “capacidades”: rutas de contrabando, estructuras de transporte o dominio territorial. Esta ampliación de actividades les brinda no pocas ventajas, pues la rentabilidad de los nuevos mercados criminales puede ser tan alta como la de los anteriormente establecidos; y les otorgan algunas nuevas: involucrar poblaciones locales y consolidar sus bases de apoyo social, nuevas posibilidades para el lavado de dinero, infiltrar la economía legal y explotar el débil estado de derecho para cooptar y corromper autoridades.
El trabajo de León Sáez, profusamente documentado, presenta también como uno de los ejemplos al estado de Guanajuato, el cual es presentado como un “valioso enclave subnacional criminal” donde las fuerzas de seguridad son débiles o corruptas. Como bien lo hemos experimentado en la última década, la fragmentación de los diferentes grupos criminales y la exigencia sine qua non de controlar el territorio, los hace particularmente propensos a la violencia. Además, la cooptación de actores grises (colaboradores que conectan los ámbitos de la legalidad y la ilegalidad) les permite distribuir los combustibles robados en una zona de alta demanda de energéticos y lavar sus activos con relativa facilidad.
La capacidad de las organizaciones delictivas para reconfigurar sus redes tras operativos o acciones por parte de las autoridades, y su versatilidad para migrar hacia otras actividades ilícitas, son los grandes retos que se afrontan desde los tres órdenes de gobierno. Sin embargo, León Sáez hace un énfasis especial en comprender las dinámicas locales, tanto para disminuir la base social de las bandas criminales, como para identificar y perseguir a los actores grises.
Un libro necesario, que lejos de la descripción cotidiana de las atrocidades, nos presenta ideas que pueden encaminarnos hacia ese áureo árbol de la vida del que hablaba el poeta alemán.
Comentarios a mi correo electrónico: panquevadas@gmail.com