Hace exactamente 35 años, una parte importante de la población mexicana habíamos votado por un cambio radical de la política neoliberal que el PRI había iniciado en el País a través de las grandes privatizaciones de la industria nacional administrada todavía por el gobierno federal. Las elecciones eran controladas por el PRI desde el gobierno federal, pues el maldito Bartlett, -ese engendro que expresa lo peor del sistema político priista y hoy consentido del Presidente AMLO-, era el encargado de asegurar que el partido en el poder ganara la elección.
Había un enorme descontento popular; la crisis económica, la falta de juego democrático a la oposición de derecha e izquierda, así como un sexenio gris de Miguel de Lamadrid, se traducían en inconformidades. El sector progresista del PRI es escindía y acordaba con la izquierda histórica aglutinada entonces en el naciente FDN Frente Democrático Nacional, una plataforma de consenso para proponer un proyecto alternativo de País. Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas eran las cabezas visibles y el resto, un movimiento social de clases populares y clases medias que buscábamos un gobierno que viera por las mayorías.
Desde la izquierda histórica, la aglutinada en el PSUM y que traía las partes de PRT, MT, PST que expresaban la diversidad ideológica de anhelos de un País más justo, construíamos espacios de lucha en los que no era fácil lograrlo. Clouthier desde el PAN y Rosario Ibarra de Piedra en el PRT, eran los candidatos también de oposición, pues la generosidad de Heberto Castillo se había volcado a que fuera Cárdenas nuestro candidato. Se creaban así, las condiciones idóneas para la victoria.
El 6 de julio de 1988 se llevaron a cabo las elecciones federales en las que contendieron por la Presidencia Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, candidato del Frente Democrático Nacional (FDN) y Carlos Salinas de Gortari, candidato del Partido Revolucionario Institucional, (PRI). Por primera vez en la historia de México era posible conocer la información electoral a través de un sistema de cómputo. Alrededor de las ocho y media de la noche, mientras se registraba una mayoría de votos en favor del candidato del FDN, Cuauhtémoc Cárdenas, el sistema se “cayó”. Bartlett lo silenció.
Desde su fundación en 1929, el PRI era el partido oficial, hacía todo lo posible para mantenerse en el poder, limitando el pluralismo y la participación de la oposición. Lo que inició como un movimiento crítico, pronto se convirtió en una coalición de las fuerzas de oposición; desde el FDN respaldamos todos, la candidatura de Cárdenas. En su figura veíamos por primera vez en México la posibilidad de unificar a la izquierda y derrotar al partido oficial en las elecciones presidenciales. El PRI lanzó a Carlos Salinas de Gortari. Ese miércoles 6 de julio comenzó la jornada electoral y los mexicanos salimos a votar. Cuando se registraba una mayoría de votos en favor de Cárdenas, Bartlett anunció que había ocurrido una falla en el sistema; cuando se recuperó la información anunció la victoria de Carlos Salinas de Gortari.
Hicimos protestas y preparamos la movilización, esperando solo el llamado de Cárdenas. Nos imaginábamos defendiendo en las calles la victoria. Con los reclamos de los candidatos de oposición, la “caída del sistema” puso en evidencia las violaciones a la legalidad constitucional con ese enorme fraude. Durante el resto del mes de julio hicimos enormes manifestaciones en la capital de la República, saliendo a defender nuestros derechos democráticos, pidiendo la anulación de las elecciones. Este fraude provocó, una enorme toma de conciencia respecto del cambio que podía generarse con la participación ciudadana y el voto. Tardaríamos 12 años más para lograr la alternancia en el 2000. Algunas de las conquistas, serían: la creación en 1997 del IFE; la formalización de un partido político de izquierda que aglutinara el movimiento en el PRI; la sensibilidad social a que el PRI podía ser vencido; que el voto era un instrumento (no el único) para construir un mejor País. El gen priista, susceptible de sobrevivir, buscaría fortalecerse unos años más. La izquierda se unificó desde sus numerosas tribus y muchos, vislumbramos que más temprano que tarde, un proyecto social que viera por las mayorías, tendría que triunfar. Desde el FDN lo imaginamos, aquel julio de hace 35 años.