Lo que tenemos hoy, además de un presidente obsesionado y apanicado por el fenómeno Xóchitl Gálvez, es que la guerrilla colombiana (lo que eran las FARC) ya abrió sucursal en México. Están trabajando como empleados de grupos del narco mexicano y aterrorizando a la población de Jalisco, Guanajuato, Guerrero y otros Estados, sembrando artefactos explosivos para atacar a policías.

Documentos del Ejército obtenidos por “Guacamaya Leaks” revelan que en lo que va de este malísimo sexenio se han detonado unos 50 artefactos explosivos, tema que el señor López, quien lleva más de siete días seguidos atacando desde su investidura a la Senadora Gálvez, decide minimizar y restarle importancia, pese a que representa este brote de violencia un nuevo paradigma peligrosísimo para la paz interna de México.

Es mentira, embuste, de quien lo diga -incluyendo al señor López- que los bombazos se traten de enfrentamientos entre grupos criminales, no. Atacan a los policías y a la población con artefactos explosivos improvisados, coches bomba y otras tácticas empleadas en Colombia para enfrentar al Gobierno y a sus fuerzas policiacas, ahora importadas a México por los grupos criminales, a quienes este Gobierno desastroso les ha otorgado manga ancha… e impunidad derivada de los “abrazos, no balazos”.

Ya lo dijo, y lo dijo bien, el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, quien ha dado muestras de civismo e integridad política al aclarar que terminará su gestión como gobernador y que no aspira a ningún cargo: la detonación de siete artefactos explosivos en Tlajomulco de Zúñiga, que mataron a seis personas -entre policías y personal de corporaciones- y dejaron mal heridas a 14 más, no es otra cosa más que un “acto de terror brutal”.

Hechos de este tipo no se conocían en México y dan muestra fehaciente de la escalada terrible que están alcanzando la violencia y la inseguridad en nuestra patria. Ello, mientras el presidente López se dedica a hacerle de jefe de campaña a sus corcholatas, atacando desde la institución presidencial a su posible rival en las urnas.

En lugar de abocarse con todo su tiempo y energía a determinar, primero que nada, ¿de dónde vienen los explosivos que están detonando en México? ¿Quién se los suministra a los guerrilleros colombianos al servicio del narco mexicano? ¿Cómo entraron a México?, ¿por la frontera sur o por la frontera norte?

Se le está acabando el tiempo a este presidente/politiquero, ya no le sirve estar culpando a sexenios pasados: ¡asuma su responsabilidad, señor López!

El récord histórico de asesinatos se ha dado en su sexenio: por lo tanto, de esto es responsable usted y sólo usted, y así lo consignará la historia. Su deber como Presidente consiste en atacar frontalmente, con soluciones inteligentes, este nuevo reto tan grave a la seguridad y la paz de la sociedad.

¡Ya no pierda más el tiempo inventando infundios para denostar a sus “adversarios” y menos burlándose de ellos, como con Xóchitl Gálvez! Sus expresiones hacia la senadora, sus actitudes, son muestra del peor machismo mexicano.

Son muchos y muy graves los problemas que le están cayendo a diario en el regazo. Desde el accidente en la plataforma de Pemex que amenaza con dejar sin gas al sureste de México, hasta los bombazos, los bloqueos de carreteras, el descontento de los agricultores, la persistencia de altísimas tasas de interés que amenaza la actividad económica y el crecimiento de nuestro PIB, y las controversias con Estados Unidos por las prohibiciones chicharroneras a las importaciones de maíz procedente de allá.

Le debe el pésame no sólo a los policías y personal muertos en los bombazos y a sus familias, tanto en Celaya como en Jalisco, sino a la familia de la niña prensada en un elevador del IMSS, sistema que se desmorona con la falta de medicinas y atención digna. También debe disculpas y pésames a las familias de los trabajadores que perdieron la vida en la explosión de la plataforma petrolera de PEMEX, a causa de un “accidente”.

A diario se acumulan los desastres atribuibles a su Administración y, en lugar de enfrentarlos pierde el tiempo en puras grillas estériles que, de pasada, muestran una enfermiza obsesión que pudiera ser causa de profundos traumas psicológicos no aptos para ningún presidente en ningún País.

 

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