El problema que enfrenta hoy el presidente López es que trae muchas piñatas colgadas, pero en la mano le falta palo para alcanzarlas.
Algunas de las que penden de la cuerda las colocó él mismo, otras brotaron solas y se manifiestan como indicación de la ineptitud enorme de su gestión, la cual privilegia la politiquería por encima de la administración del País.
Debería ocupar su tiempo en aportar esfuerzos para contener la ola de violencia desatada contra policías, la más reciente en la ciudad fronteriza de Reynosa, pero en días pasados en Jalisco y en Guanajuato, con la apariencia de coches-bomba, así como explosivos improvisados.
Si eso fuese todo, con ello le bastaría para ocupar el 100 por ciento de su tiempo, pero no, lastimosamente no es todo, ni por asomo.
El viernes, por ejemplo, una de las calificadoras más importantes del mundo financiero le rebajó la calificación crediticia a Pemex. ¡Menudo berrinche habrá hecho el señor, tildándolas de hacer caso omiso cuando en Pemex había corrupción!… como si hoy no hubiese, y para muestra un botón: la proliferación del huachicol, realizado a ciencia y paciencia de algunos malos funcionarios que se hacen de la vista gorda, pues ni modo que no se percaten de que al ducto le meten por un lado 100 litros y por el otro salen sólo 75.
Este otro tema, con el enorme daño que le causa al erario de la nación, también debería ocupar su tiempo, pues amenaza la viabilidad económica del monopolio petrolero.
Además de los problemas citados, ha surgido otro: el déficit público del Gobierno federal, que ha crecido enormemente, según el último reporte del “Demonio” Rogelio Ramírez de la O (porque es como el diablo: todo mundo sabe que existe, pero nadie lo ve).
Y saben que existe porque, ¿quién más pudo haber proporcionado los datos protegidos por el secreto fiscal de la empresa que desde hace más de treinta años creó y opera exitosamente la senadora Xóchitl Gálvez?
Tal revelación corresponde a un delito cometido tanto por el presidente como por el secretario de Hacienda y/o sus achichincles.
Intento de golpe bajo que falló rotundamente, pues la mayor parte de los servicios que presta esta empresa ¡Es al sector privado!, y otra parte muy chiquita al AIFA del mismísimo López.
O sea que si Gálvez anda “chueca”, como pretende alegar el presidente violaleyes, pues ello implicaría que su gobierno hace negocio con empresas chuecas.
La empinada es rotunda y viene a ser otra piñata a la que le tira y abanica López, mientras ignora las otras muy importantes piñatas que atañen al buen Gobierno y al futuro de México, las cuales hasta parece que le valen mádere. Como de la misma manera parece que le valen ídem las leyes que nos rigen y que lo rigen a él.
Ningún Presidente puede estar por encima de nuestras leyes y él, como todos los funcionarios de su Gobierno, están obligados a respetar el secreto bancario y el secreto fiscal. Mismos que este señor ha violado ya en cuando menos dos ocasiones.
Una cuando, pretendiendo golpear al comunicador Carlos Loret de Mola, reveló sus ingresos y ahora de nueva cuenta al pretender aniquilar a su “adversaria” la senadora Gálvez revelando los ingresos de su compañía reportados a Hacienda y al SAT.
¡Qué tranquilidad nos da a los mexicanos saber que nuestra información “secreta” está tan bien cuidada!
Ignora el Presidente -y sus asesores- el “principio de la legalidad” que en este espacio les hemos mencionado antes, y que establece una importante y clara distinción entre ciudadanos y servidores públicos, que es la siguiente:
1. A los ciudadanos la ley les permite todo aquello que ésta no les prohíbe expresamente, pero…
2. A los servidores públicos les prohíbe todo aquello que la ley no les faculta expresamente.
No está dentro de las facultades presidenciales -ni del secretario de Hacienda o sus achichincles- revelar información fiscal que debe ser secreta.
Estamos convencidos, y la mayoría de la gente pensante así lo contempla, que los superiores intereses de nuestro País reclaman tiempo y esfuerzo del presidente abocados a solucionar los problemas que nos aquejan como nación, que no son pocos ni insignificantes.
O sea, ¡déjese de pleitos, señor, y pónganse a trabajar!