En México, desde el año 2006 desaparecen 14 personas diariamente. Personas que son hijos/as, o padres/madres a quienes sus familiares no vuelven a ver nunca más.

Desde 1964 a la fecha, México contabiliza más de 110,000 personas desaparecidas y no localizadas, según datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas. México ocupa uno de los primeros lugares con incidencia de personas desaparecidas. En un principio, la desaparición forzada o involuntaria era ejercida por las fuerzas del Estado con fines políticos, pero actualmente se ha señalado al crimen organizado como responsable. Aunque se contempla que estas responsabilidades se mezclan con la colusión de agentes gubernamentales con organizaciones delictivas. La situación se agrava aún más cuando estos agentes se convierten en informantes de las denuncias de los familiares de las víctimas.

Bajo este panorama, el presidente López Obrador recibió orgulloso y sonriente en Palacio Nacional a Estela de Carlotto, presidenta y fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo de Argentina, una organización que defiende los derechos humanos y busca a hijos e hijas de víctimas de desaparición forzada durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983) de Argentina, en la cual más de 30,000 personas fueron desaparecidas.

Este hecho provocó una fuerte reacción de los colectivos de las madres buscadoras mexicanas que han solicitado ser atendidas por el mandatario, lo cual no se ha concretado. La demanda ha sido muy notoria ya que en junio de 2020, colectivos de desaparecidos instalaron carpas y se manifestaron en el Zócalo para solicitar una audiencia. En diciembre de 2021, los colectivos protagonizaron una movilización denominada “Si AMLO no va a las fosas, las fosas vienen hacia él”, cuya dinámica fue colocar montículos de tierra con fotografías de personas desaparecidas. Pero en Palacio permaneció la indiferencia.

Las madres buscadoras son mujeres que no ven resultados en sus denuncias, viven en la incertidumbre y en un duelo continuo, pero el amor y esperanza por encontrar a sus seres queridos las ha unido y han decidido agruparse. En su búsqueda incansable, ellas recorren pueblos y ciudades atravesando campos, ríos y cerros bajo el sol, lluvia y frío. Ante estas difíciles vivencias las madres buscadoras necesitan espacios de contención para la procuración de su propio bienestar. Se enfrentan con funcionarios insensibles que minimizan la situación alegando que la chica se fue con el novio o el muchacho estaba con el narco. Para las madres, sus hijos/as son personas que tenían una vida por delante, con sueños e ilusiones.

Los familiares de personas desaparecidas piden respuestas y atención a esta problemática. A su vez, solicitan apoyo para realizar sus propias búsquedas con dignidad  y acompañamiento que les proporcione seguridad a sus propias vidas.

La señora Carlotto, ante el presidente mexicano exhortó: “Estrechemos los abrazos de toda Latinoamérica para la verdad, la memoria, la justicia y el nunca más”. ¿La verdad? Eso es lo que las madres quieren saber ¿dónde están sus hijos/as? ¿quién los desapareció? Y ¿por qué?  Sólo así habría justicia, sólo así no habría impunidad. Sólo así podríamos llegar al “nunca más”.

 

 

 

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