La economía no nos da una visión romántica de la vida. Pero. puede lograr una enorme aportación al bienestar de la gente”.
Gary Becker
La economía mexicana está creciendo a buen ritmo. Ayer el INEGI dio a conocer la estimación oportuna para el segundo trimestre de 2023, con un avance de 0.9% contra el trimestre anterior y una expansión anual de 3.6%. Esta cifra contrasta con la previsión de 2.6% que el FMI está ofreciendo para la economía mexicana en todo 2023, que fue ajustada de un 1.8% anterior. Estamos creciendo más de lo esperado.
México no es el único país que lo está haciendo. Muchos economistas esperaban una recesión en Estados Unidos en 2023 por las altas tasas de interés, pero esta no se ha materializado. El Bureau of Economic Analysis (BEA) registró un avance anualizado de 2.4% en el segundo trimestre de 2023 (este crecimiento “anualizado” de EUA no es equivalente al anual acumulado que emplea México). También nuestro vecino del norte se está expandiendo más de lo que se pensaba.
En México, los servicios fueron el sector con mayor crecimiento, 1 por ciento, pero también los sectores primario y secundario, que incluyen agricultura e industria, registraron avances de 0.8 por ciento. Estamos viendo una expansión equilibrada en toda la economía. México tardó mucho tiempo en recuperarse del desplome por la pandemia, pero ya lo está haciendo.
El presidente López Obrador se congratuló ayer por este avance. “Vamos bien y de buenas”, dijo la mañanera, “pero el dato más importante es el de la reducción de la pobreza”. Se refería a los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, también del INEGI, del 26 de julio. Efectivamente, la ENIGH señala que los ingresos del decil I, el más pobre, tuvieron un crecimiento de 19.9% entre 2018 y 2022, mientras que el 10% más rico sufrió una contracción de 2.2%. Esta es una de las razones por las que se redujo la desigualdad. Según el índice Gini, la desigualdad, después de transferencias gubernamentales, disminuyó de 0.426 en 2018 a 0.402, un cambio pequeño pero significativo.
He señalado en varias ocasiones en este espacio que las políticas macroeconómicas y de finanzas públicas de este gobierno han sido sensatas. López Obrador ha desplegado estrategias francamente conservadoras (lo que él llama “neoliberales”) que están ofreciendo buenos resultados. El déficit de presupuesto, por ejemplo, se mantiene a un nivel razonablemente bajo, después de que en la pandemia los países desarrollados aumentaron los suyos de manera desproporcionada. El Banco de México ha sostenido tasas de interés altas que han atraído capitales y fortalecido al peso. El T-MEC ha dado certeza a las exportaciones y ha promovido el nearshoring. Además, las remesas han apoyado la economía de millones de familias.
No todo es perfecto, por supuesto. El gobierno se ha quedado sin los colchones que tenía en varios fideicomisos que canceló. La CFE y Pemex están debilitados y podrían tener problemas. La inflación ha pegado muy duro a los bolsillos de los más pobres, ya que los precios de los alimentos han subido mucho más que el índice general. El gasto de las familias en salud ha aumentado 30.9% entre 2018 y 2020, lo cual refleja el deterioro de la salud pública.
Peor hubiera sido, sin embargo, si el manejo de las finanzas públicas no hubiese sido conservador. La economía mexicana tiene una fortaleza intrínseca importante. Las perspectivas para el futuro son incluso positivas, sobre todo por el nearshoring. Si los políticos no castigan la productividad, podremos tener buenos años adelante.
Dádivas
Entre 2018 y 2022 los ingresos de las familias provenientes de programas gubernamentales subieron 100.9 por ciento mientras los ingresos por trabajo solo 2.1 por ciento. Tarde o temprano esto no funcionará. Quienes trabajan no podrán seguir manteniendo indefinidamente a los beneficiarios de los programas sociales.
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