Eran las cinco de la tarde del penúltimo sábado de febrero del 2019 cuando el peculiar olor de aquella casa de apenas un piso, incursionó en mi olfato como aquella inolvidable esencia de emanar seguridad sin siquiera decirlo.
Esa descripción se refiere al hogar de mis abuelos, donde en una sala un poco angosta, mi abuelo me platicaba mil y un historias llenas de nostalgia que hacían brillar los ojos de mi papá por su protagonismo en cada una de ellas.
Sin embargo, esa tarde peculiar mi curiosidad se mantuvo intacta por casi tres horas al escuchar cada anécdota beisbolera con un personaje en común en casi todas: Fernando Valenzuela Anguamea.
“Su tirabuzón mijo, su tirabuzón era mortífero y casi nadie se lo esperaba. Gordito pero buenísimo pitcher que siempre le gustaba mandar a poncharlos. Nada más por él, siempre los pasaban en televisión abierta y allí nos tenías viéndolo todas las noches con su catcher personal”.
Y es que, después del cansancio por la jornada académica y laboral, mi abuelo y mi padre se acostaban en el piso para ver la ‘Fernandomanía’ en su máximo esplendor dentro de una televisión añeja, de aquellas que uno observa en el tianguis en pocos pesos o destruidas en cualquier solitario baldío.
En ello radica dicho fenómeno que llegó a miles y miles de casas en la República Mexicana que abarrotadas en su totalidad por las familias que habitaban en cada una de ellas, se emocionaron en cada lanzamiento que salió de ese especial brazo derecho sonorense.
En 11 años portando la franela de los Dodgers de Los Ángeles, “El Toro” hizo vibrar a propios y extraños en 453 juegos como jugador de una de las franquicias más exigentes y famosas del beisbol mundial.
Con 116 derrotas y 141 victorias, su legado es inmortal al ser ese pitcher orgulloso que se encargó de escribir momentos icónicos en el deporte mexicano, como el de la noche del 29 de junio de 1990, cuando con siete ponches y tres bases por bola, lanzó juego sin hit ni carrera ante los Cardenales de San Luis frente a 38 mil 583 aficionados que se dieron cita en el Dodger Stadium.
El apoyo para el sonorense siempre estuvo a flote en la mayoría de la República Mexicana que, en su mayoría, se contagió de la ‘Fernandomanía’.
Más allá de sus números, la valía de Valenzuela en el deporte mexicano es increíble y muy pocas veces vista porque la sociedad usó el beisbol como pretexto para reunirse y desestresarse de un sinfín de problemas.
En el montículo sólo estaba él y su mítico 34, pero detrás existía toda una multitud congregada a su favor con gritos incesantes de apoyo hacia el televisor.
El viernes 11 de agosto del 2023 quedará marcado como el día en el que la vida se encargó de rendirle honores a uno de los mejores deportistas mexicanos de la historia.
Con su número ‘34’ retirado en un recinto que, en su día número 22 mil 403 de existencia, tendrá un inmortal más sobre sus gradas.
Inmortal en vida, Fernando Valenzuela sigue en el recuerdo de miles de personas como las de mi abuelo y mi papá.
Aún yéndose de este territorio mundano, su legado será inmortal.
Hoy, Fernando, alcanzaste un grado más en tu exitosa trayectoria.
Hoy, Fernando, todo ese esfuerzo por llegar al estrellato fue cristalizado por algo material porque ya lo estaba de manera intangible en las miles de sonrisas que sacaste por tus actuaciones en territorio estadounidense.
Gracias por las anécdotas.
Gracias por fajarte.
Gracias por ser todo un orgullo.
Gracias por tu enorme historia de resiliencia.
Gracias por tu lucha.
Gracias por las sonrisas.
Simplemente…
Gracias ‘Toro’.
-El Dugout Del Gabo.