Por José Bernardo Hernández Herrera

I

— ¿Salieron las dos rayas?—pregunta Roberto con la esperanza cansada— Si no, hay que ir con otro doctor. Sé que estas pruebas son muy veraces.

— No, amor, sólo salió una raya otra vez.—contesta Zoé con voz neutra— Hay que ir con otro especialista.

— Sí, morena. Ya quiero tener nuestro muñeco de carne, mitad tú y mitad yo… Fíjate qué importante es la descendencia, yo siempre quise tener dos hijos, niño y niña, en ese orden. Qué bueno que nos dieron el calendario chino para programar el sexo del bebé. Es lo único que me falta para sentirme pleno, ser padre. Éxito ya tengo, te tengo a ti que eres la mujer de mi vida, sólo me faltan mis peques.

— Oye, amor—se dirige la hermosa morena hacia su pareja, mientras lo toma de las manos— pero si fuera estéril, ¿me seguirías queriendo?

—No digas tonterías, more, ¿cómo vas a ser estéril, si eres la mujer perfecta? —le dice mientras la mira con deseo.

—Perfecto, sólo Dios —se separa de él, volteando hacia la ventana— Además, no siempre se puede tener todo en la vida, acuérdate que aquí no es el paraíso. Podríamos adoptar, en el peor de los casos.

—Mira—el hombre la toma de su barbilla, obligándola a que lo mire—, apenas llevamos seis meses intentando, no nos adelantemos, vamos a ver al otro especialista y ya veremos…

 

II

 

— Ya pasó otro año y nomás no se me hace, Carlos. Me sentiría muy mal si Zoé no pudiera tener hijos —confiesa Roberto al amigo, mientras toma un sorbo de whiskey.

—Oye, güey. No me tomes a mal lo que voy a decirte, sabes que te estimo y te quiero un chingo. Eso de que no sabes mucho sobre el pasado de tu vieja se me hace medio raro, como que algo te está ocultando.

—Ya te dije que su pasado no me importa, la quiero demasiado y soy muy feliz con ella. El único pedo es que no se ha podido embarazar. 

—¿Y ya se hizo la prueba de fertilidad?

—Ella no, yo ya. Estoy bien.

—Ah, chingá, y ¿por qué ella no?

—Tiene miedo que si resulta estéril, la deje de querer.

—Pues eso de que no se quiera hacer la prueba me parece sospechoso…

—¿Por qué sospechoso?

—Mira, la neta a tu vieja la veo rara, no te sientas mal, pero no me inspira confianza, siento que algo esconde.

—¿De verdad?, ¿por qué lo dices? 

—He visto de todo en mi consultorio y he ayudado a mucha gente a salir de sus problemas, porque he desarrollado esa habilidad para observar situaciones y deducir lo que esconde y lo que trae, por algo soy de los mejores psicólogos de la ciudad. Casi nunca me equivoco y te repito que hay algo que Zoe te oculta, a lo mejor abortó y se quedó estéril y no te quiere decir. Claro, es un ejemplo. Habla con ella y que te cuente la verdad.

—Gracias, por eso eres mi mejor amigo, me hace bien hablar contigo.

 

III

 

— ¿No crees que ya pasó mucho tiempo y ya deberías quedar embarazada? —La toma de la mano mientras escuchan a Pavarotti en el restaurante.

—Pues sí, amor, la verdad lo hemos intentado, por nuestra parte no ha quedado. ¿Qué propones?, ¿quieres que adoptemos? Tú eres quien me importa y a quien amo, con eso ya me siento satisfecha, con hijos o sin ellos.

—Sí, voy a considerar esa opción de adoptar, pero quiero que te hagas estudios para descartar que estés enferma, que no vayas a tener algún tumor, quiste, o lo que sea.

—No, de eso no te preocupes, mi doctora me ha dicho que salgo bien en el papanicolau y ya ves que voy cada seis meses.

—¿Segura?, ¿no me estás ocultando algo?

—Sé que estoy bien. Ya no quiero que estemos gastando en tratamientos, además será voluntad de Dios o del destino si no puedo tener hijos y claro que no te estoy ocultando nada. ¿Me seguirás amando aunque no pueda tener hijos?

—Claro que sí, pase lo que pase… [Continuará]

 

José Bernardo Hernández Herrera. Originario de Uruapan, Michoacán, estudió Administración de Empresas en Guadalajara. Cursó la maestría en literatura en Casa Lamm en la CDMX de 2014 a 2016. Casado con tres hijos, tuvo que abandonar su estado por la violencia. Reside en Irapuato. Hizo parte del taller de escritura del CREA. 

 

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