Marcelo Ebrard debió saberlo todo desde mediados de sexenio: no era el favorito de Andrés Manuel. A pesar de todos sus méritos, la historia de fraterna lucha con el presidente y su lealtad, sería desplazado por la obediente. 

De nada sirvió enmendar problemas con Estados Unidos, ni comprar vacunas a tiempo, ni ser interlocutor con los incómodos conservadores o los grandes empresarios; tampoco valió su competencia y una visión clara del país, una visión que pudo ser de un estadista. 

Lo que valió fue la obediencia ciega presente y futura. El legado para el país según la 4T será una continuidad dominada desde el sur, desde un rancho de feo nombre. Sin embargo, es una buena noticia, sí, una buena nueva para la oposición. 

En el Frente Amplio Xóchitl Gálvez ganaría más fácil sin Marcelo en la boleta. El ex canciller hubiera sido un contrincante lúcido, preparado y con proyecto. La obediente será menos competitiva porque cargará con todo lo que sucedió mal en el sexenio y difícilmente heredará la popularidad de Andrés Manuel. Además no se conoce ningún proyecto suyo, salvo más de lo mismo. 

En el Frente todos irán con Xóchitl, en Morena la división puede ser un flanco abierto que nadie sabe dónde va a terminar. Siempre nos quedará la duda de por qué Marcelo esperó tanto, por qué no usó algo más sólido que hacer una invitación al hijo del presidente para encabezar una secretaría de la 4T.

Marcelo, al denunciar desvíos, corrupción, acarreo y un piso desigual, adelantó su caída. Si cualquier duda cabía de que #EsClaudia, con su voz de descontento, Ebrard lo reafirma en su pataleta. La división es tan grande que en una esquina está AMLO y en la otra su hermano Pío. Una ruptura que pareciera circunstancial o irrelevante pero que significa mucho. 

Por la experiencia, y los años en la política nacional, no hay alguien que entienda lo que pasa en el país y en el mundo como Ebrard. Por eso sabe que su denuncia causará estragos en Morena. Lo interesante es lo que hará después del dedazo del presidente. 

Su única opción fuera de Morena sería Movimiento Ciudadano pero es remoto que Dante Delgado permita que haya otro “hombre fuerte” en el partido. Dentro de Morena y la 4T quedaría marcado; sería el ex candidato incómodo. 

Los días que faltan para que termine el mes van a ser los más intensos en lo que va del sexenio. El paso del presidente tiene varios pesos de plomo que detienen todo: la desesperanza ante la inseguridad pública y una retórica desgastada de culpar al pasado. 

El tiempo se acorta. En 20 días tendremos una contienda anticipada que quitará oxígeno a la administración. La discusión pública abandonará las mañaneras para centrarse en las candidatas que entrarán en un larguísimo debate sobre el futuro del país. 

Xóchitl dice que robó el fuego de la esperanza a Morena. Por lo que vemos tiene razón: enciende los ánimos, llena las plazas sin acarreos e inunda las redes sociales con sus mensajes creativos, distintos. Si Claudia no logra una personalidad propia y un mensaje que no sea de rencor y de odio como el de su mentor, seguro que tendrá un camino empedrado. Ni con todo el apoyo de los gobernadores de Morena y el aparato del gobierno podría ganar. Una elección que podría recordar la de Vicente Fox hace 23 años. 

 

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