¿La hermandad puede convertirse en fratricidio? Caín, el inolvidable, el primer hombre que abrió los ojos fuera del paraíso es una figura recurrente para ejemplificar la furia, o la pérdida del control emocional y convertirse en asesino del hermano. Esa gran metáfora de la vida se globaliza, y a pesar de tener presente que prácticamente todos somos hermanos, porque finalmente nuestro origen sería igual para todos, mi querido y apreciado, Lucio A. Séneca, decía: Ningún rey deja de ser oriundo de esclavos, y ningún esclavo, de reyes.

Andrés Manuel, en medio de la campaña por la manzana de oro, se refirió a Claudia, Marcelo, Ricardo y Adán Augusto como sus hermanos. Y claro, algunos no solo lo asumieron en privado, sino lo hicieron público en sus campañas. Así comenzó la competencia, bajo la idea de la hermandad, es decir todos iguales, pero como no hay plazo que no se cumpla, ni tiempo que no llegue, está por terminar la competencia, y al parecer, de no buenas maneras.

Lo señalé la semana pasada, el grueso de las encuestas favorecen a Claudia Sheinbaum, y eso ha encendido los focos rojos, y empezaron a sonar tambores de guerra entre los hermanos; los primos del PT y del Verde, tampoco se han quedado al margen.

Recordemos la estrategia de Ricardo Monreal antes del acuerdo de las seis “corcholatas”. Se subió al ring antes de tiempo, levantó polvaredas, especulaciones sobre su candidatura con la alianza “Va por México”, hoy “Frente Amplio por México”, claro, eso estuvo aderezado con desplantes de poder senatorial romano, en relación a las reformas constitucionales, a los partidos políticos, a los cambios en la Suprema Corte de Justicia, y todo lo que se moviera por su antiguo feudo.

 Igualmente se especuló sobre su estrecha relación con Movimiento Ciudadano y su posible candidatura; salió varias veces desde el balcón del Senado a publicitar su intención de ser el sucesor del ciudadano presidente por merecimientos en campaña, pero al final terminó solo, sin el apoyo de los diputados, senadores y gobernadores que en un principio lo cobijaron. Habló entonces de ingratitud política, y se subió por requisito a la competencia por la Coordinación de la defensa de la 4 transformación -a la manzana de oro-, repudiado por la ola morenista, acusado de traidor, hizo lo que pudo por colocar su débil perfil en la memoria de los electores. Había nacido muerta su candidatura. Hoy es un soldado más del presidente, del que obtuvo cobijo, apoyo, protección y en muchos casos, comprensión a pesar de los escenarios golpistas que montó.

Marcelo Ebrard, es un gran personaje de la política nacional, al igual que Monreal, tiene experiencia, capacidad de gestión y administración, oficio político, conoce los claroscuros del poder real; desde su cuna política y posiciones de primer nivel en el PRI nada le es desconocido. Hoy lo que ocurre, y que ha generado Ebrard, me parece una segunda versión de lo ocurrido con Monreal, pero con tintes más dramáticos. Si las estridencias y desplantes de Monreal estaban soportadas en los vínculos con personajes del PAN y MC, lo cierto es que iban en el sentido de calar hondo, y llamar la atención internamente, lo que ocurre con Ebrard se ha tornado más rudo.

Marcelo Ebrard inició su campaña para ser la corcholata favorita, pero desde su salida de la cancillería, abandonó la diplomacia, y se fue de frente, rompió con las formas porque advertía o infería que el adversario era Claudia Sheinbaum. Aún no iniciaba la competencia, y pidió a gritos “piso parejo”, emboscó a Claudia en el registro de los 6 participantes como si fuera un principiante, pero se entendía porque era la forma de jalar los escasos reflectores que no llegaban. Y no paró, se colgó de la denuncia, y la rudeza para subirse a las notas y columnas periodísticas. Su cuarto de guerra, tal cual, le diseñó una campaña en líneas básicas: vincularse con el pueblo taquero, cumbiero, y romanticón; asumir la humildad como su tarjeta de presentación, vocho eléctrico, camisa de la suerte, y sin corbata; adelantarse en la propuesta programática para la campaña presidencial, tocando temas medulares como la seguridad, las tarjetas de apoyo a las mujeres; y finalmente, el choque estratégico en contra de Claudia Sheinbaum.

Esto último, lo ha llevado a la denuncia pública y a la descalificación de todo lo que rodea el proceso: encuestas, movilizaciones, propaganda, alianzas, pero lo escaló. La denuncia que presentó al INE, por presuntos delitos, y la negativa a validar las empresas encuestadoras por el método de elección que acordaron, pareciera un choque frontal, ya no solo con los competidores, sino incluso con el presidente de la república, al llegar al extremo de señalar que el Estado se movió en favor de Claudia Sheinbaum. Una verdadera chilangada de los años 80s.

¿Qué ocurrió con Marcelo el diplomático, y el político con colmillos letales? Veamos: esta elección es un asunto interno de Morena, no es un tema de trascendencia nacional en sentido estricto. Vuelvo a las preguntas, ¿por qué dimensionarlo al grado de incendiar no solo al partido Morena, sino al presidente, y a las instituciones? El contexto implica una competencia interna por una distinción que los coloca en un liderazgo partidario, pero lo lleva al escenario nacional como si fuera la propia, legal y formal elección presidencial. Pareciera que es un mensaje de advertencia a la sociedad, muy parecido al de hace 24 años, que aún con nostalgia y lágrimas en los ojos, la élite recuerda: “AMLO un peligro para México”, añadiría, “excepto yo”, el hermano, el carnalito Marcelo, que es el mejor portado de la baraja, que acusa a los otros, y se excusa.

He revisado con cuidado las descalificaciones y de cierto, se contradicen, solo abordo una: acuerdan el método de elección interna, encuesta, con restricciones o condicionantes o lo que fuera, pero lo firma, y actúa en consecuencia; sale a la calle, acude a foros, genera publicidad, propaganda, visita noticieros, y muchas acciones más, y todo ello se puede resumir en un propósito, que la gente lo conozca para que, en su momento, voten en la encuesta por él.

 Esa actividad de subir y bajar por el país, para exponerse como político, y exponer sus propósitos a los miembros de Morena y a la sociedad ¿cómo la mide en efectividad y eficacia? ¿Cómo evalúa sus estrategias de comunicación? Ni más ni menos que preguntándole a la gente, es decir, a través de encuestas, y claro, contrastando con los otros 5 competidores. Hablan de encuestas pagadas, como si las encuestas fueran a responder las encuestas, y descalifican el lugar en que los posicionan, y señalan que son falsas, si fueran falsas –que habrá sin lugar a dudas- la realidad o la verdad aparecerá en el resultado final. ¿De qué preocuparse si son falsas? ¿Por qué quemar las naves? 

Faltan 8 días para decidir el futuro de la Cuarta Transformación, señala en su propaganda, y dice que “ese futuro” será entre Claudia y él. Repito es un tema interno, desde luego, en su momento será de interés nacional cuando sea formalmente –cualquiera de los 6 aspirantes a ser coordinador(a) nacional de la defensa la cuarta transformación- candidato o candidata  a la presidencia de la república.  Por ahora, como dijeran los especialistas del postclásico temprano de la era del hielo, es un pleito interno, que lo salpican hacia afuera, en uno de los momentos históricos más importantes de los últimos 80 años.

A 6 días de terminar la competencia interna, el ciudadano Marcelo dice, “no me voy a ir de Morena porque voy a ganar la encuesta”, y remata ¡Ánimo! Bajo ese convencimiento, en los hechos supondría que estos actos de choque y rudeza serían un cierre a tambor batiente de su campaña. Pero las encuestas, como lo he señalado, en promedio lo ubican 10 puntos debajo de Claudia Sheinbaum, y si escogieron como método de selección la ENCUESTA, entonces pretender ganar los espacios de exposición pública exponiéndose como la víctima del Partido y “de la falsa sociedad”, bajo la vieja idea de que “caballo que alcanza gana”, me parece una jugada desesperada, peor aún, que incendie el bosque para atrapar al mapache. Es un error de principiante, tan grande como el cometido por Monreal, quien ahora, es un soldado raso del presidente.

El amigo Marcelo, en lo personal, me cae bien, en el 2012 me pareció un excelente candidato, era un excelente Canciller, y le auguro, la comprensión y la fraternidad del resto de sus hermanos políticos. Estoy seguro de que no se convertirá en Caín, pero de que se pasó de lanza, se pasó. Marcelo se queda… quizá esperando la siguiente, quizá no, pero se queda.

Revolcadero.

Repite AMLO: No hay cabida para ambiciosos vulgares, aquí se lucha por ideales, por principios. Lo dijo hace un año, hace un mes, ayer, y lo dirá mañana. ¿Lo entenderán?

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