Por: José Bernardo Hernández Herrera
IV
—Afortunadamente, no hubo fractura de cráneo gracias al casco, pero el golpe sí fue duro. Me imagino a la velocidad a que iban, pues la bicicleta quedó inservible. Ahora está sedada y se recuperará en unas horas, recomiendo esperar a mañana para que esté en observación.
—Gracias, doctor, ¿y de lo otro cómo salió? —el doctor lo mira con cara seria.
— Viendo las imágenes del ultrasonido, su pareja no puede tener hijos, Roberto.
— ¿Está seguro, doctor?
— Completamente. Su pareja no tiene aparato reproductor femenino. Lo que tengo que decirle es muy delicado, pero es mi deber profesional que sepa la verdad…Su pareja es transexual.
— ¡¿Que qué?!, ¿cómo se atreve a decir semejante tontería?, ¿sabe que lo puedo demandar por calumnias?, ¿qué clase de charlatán es usted? —amenaza al galeno mientras gesticula con los brazos y lo mira con ojos desorbitados.
— Amigo, —se pone de pie, con gesto conciliador— sé que es una noticia muy fuerte, pero es la verdad, ¿quieres que te muestre las imágenes de los estudios?
—¿Es…está seguro, doctor?,—pregunta, temblándole la voz— ¿m…m…me casé con un homo…sexual?
— Así es, Roberto, aunque funcionalmente tu pareja es una mujer, en el fondo nunca será una.
— ¿Y ahora qué voy a hacer? —se suelta en llanto tapándose la cara con sus manos.
V
—Ya sé tu secreto, Carlos tenía razón; casi nada me ocultabas…
—Roberto…perdóname… nunca te podré dar hijos. Te debí decir antes de casarme contigo, pero es que te amo tanto desde que éramos novios y supe que eres el amor de mi vida.
—¿Por qué no me dijiste que eras hombre, para empezar?
—¿Me hubieras querido?
—Claro que no —contesta decidido—. Me has engañado todos estos años, me das asco.
—Sé que me amas, me prometiste que no te importaba mi pasado. Además tenía la esperanza de que fueras estéril y así ya no sentirme tan mal…
—¿Y pensabas ocultármelo toda la vida?
—Tú me conociste como mujer y así te enamoraste, si no te hubieras enterado, ¿seguiríamos juntos, no? Con hijos o sin ellos…
—Sí, toda la vida sin saber que estaba casado con un maricón cirugeado… Mañana mismo empiezo los trámites del divorcio y te voy a demandar por daños y perjuicios, por engaño, alevosía y todo lo que se pueda… ya no quiero volverte a ver…— Roberto sale del cuarto de hospital. Zoé llora, impotente.
VI
—Hola, Zoé, te llamo para decirte que Roberto chocó de frente con un tráiler en la autopista a Cuernavaca. Dicen varios testigos que él buscó el accidente, me llamó hace unas horas muy tomado para despedirse de mí…
—¡Nooooooo!, ¡dime que no es cierto, por favor! —grita, alejando el celular de su oído.
—Ven, por favor a identificar el cuerpo al Ministerio Público, ya lo tienen aquí.
—No podré, hazme ese favor, Carlos, identifícalo tú…
— Necesita venir un pariente cercano y sigues siendo su esposa, aquí te espero.
VII
—¿Entonces, te sientes preparada para tomar esta decisión? No es cualquier cosa, ya implica otro tipo de compromiso. —le dice su prometido mientras están en una banca del parque público de la ciudad.
—Lo sé, estoy preparada—afirma Zoé—, ya hace más de año y medio que Roberto murió y creo que en cierta medida ya lo superé. Mi pena ya no la siento tan grande gracias a ti, y te conozco lo suficiente para dar este paso tan importante. No quiero cometer el mismo error que cometí en el pasado y quiero confesarte algo que para mí es vital…
—Adelante, dímelo por favor. —su prometido la mira fijamente, a la expectativa.
—Quiero que sepas que soy transexual…
—¿De verdad? —su prometido se pone de pie, hace que Zoé se pare y la abraza sonriendo.
—¡Qué pasa!, parece que te da gusto…
—¡Yo también lo soy…!
FIN