Roberto Zamarripa

 

 Apuntes sobre las encuestas de Grupo Reforma rumbo a 2024:

 

1. Claudia Sheinbaum ganaría con cómoda ventaja sobre Marcelo Ebrard. La misma ventaja que, según la fotografía, tendría sobre Xóchitl Gálvez o Beatriz Paredes en la elección presidencial. (Reforma, 27/08/23).

El voto duro de Morena está por ahora en ese rango de 40 a 45 por ciento. Si Marcelo Ebrard fuera el candidato presidencial de Morena obtendría una votación en julio de 2024 en esos linderos.

Ninguno, ni Claudia ni Marcelo, son un derroche de carisma. Representan, ambos, la continuidad de ese proyecto y los matices serán de forma. Ninguno supone la ruptura con el Presidente, ni por asomo.

La votación por partido (Reforma, 26/08/23) da a Morena y aliados un 53 por ciento, algo que linda incluso sobre una mayoría parlamentaria holgada.

2. Sheinbaum deberá restañar heridas no obstante su previsible triunfo holgado (según las cifras de la encuesta de Reforma) si no quiere ir perdiendo puntos antes de arrancar.

Ebrard tiene un acumulado de agravios y un anillo de soberbia que le rodea que le impiden asumir con humildad su condición política de desventaja.

En el siglo pasado Ebrard era el alma del equipo de Manuel Camacho junto con otros grandes talentos que acuerparon al conciliador ex canciller ya fallecido. Pero Ebrard no tiene a su Ebrard. Carece de equipo. La persecución política de la que fue objeto durante el gobierno de Enrique Peña y que cesó tras la intervención de José Antonio Meade en su favor, lo debilitó. Llegó al gobierno de AMLO como un refugiado para convertirse en un artífice de decisiones mas no de políticas o proyectos.

No le gusta negociar con sus menores. Y sigue considerando a Sheinbaum como menor. Cuando él era líder en el PRI, Sheinbaum era dirigente estudiantil en la UNAM; cuando él estaba en Francia, Sheinbaum construía Morena. Esa hoja de historia, entre morenistas, cuenta.

¿Pactarán? o ¿al estilo Morena: todo o nada?

3. Una eventual salida de Ebrard hacia una candidatura presidencial por Movimiento Ciudadano arroja, según la fotografía, apenas dos puntos de diferencia sobre una candidatura del regio Samuel García.

Es decir, Ebrard no causaría un cisma si se va; dividiría el voto opositor y cohesionaría al voto duro de Morena.

En una elección que puede cerrarse, sin embargo, su capital sería útil. Pero no parece valer mucho más fuera de Morena.

Ahora bien, el porcentaje de dos dígitos de un candidato de MC no es despreciable frente a su condición de conflicto. Capitalizaría más si decepciona la candidatura opositora porque, está claro, su rango de combate no es contra Morena sino contra la otra oposición.

Según la encuesta, si MC apoyara la candidatura del Frente Amplio Opositor (FAM) la eventual candidata Xóchitl Gálvez ganaría unos 4 puntos, nada despreciables pero no suficientes ni demoledores.

4. Xóchitl Gálvez y Beatriz Paredes aparecen en rangos cercanos de competitividad. Entre el 25 y 30 por ciento. Tienen, según los datos, márgenes de conocimientos similares y simpatías y antipatías parecidas.

En el terreno son muy diferentes. Beatriz tiene el doble de años de experiencia política que Gálvez. Dirigente de partido, lideresa del Congreso, embajadora, subsecretaria de gobierno, ha vivido de cerca 7 sucesiones presidenciales.

Xóchitl tiene 23 años en la política como secretaria de Estado, delegada en Miguel Hidalgo y senadora. No ha tenido vida partidista y repele las grillas que Beatriz disfruta. Ha vivido tres sucesiones como una eterna outsider. Muchos de los que ahora la enaltecen en el pasado la discriminaron, le cerraron la puerta. La detestaban.

A la vista de las cifras de la encuesta de Reforma, el efecto Gálvez fue una espuma que no derramó el vaso. Se ha asentado. La misma contienda interna y la agradecible confrontación de ideas (a pesar de lo limitada) entre ambas precandidatas, le puso retos a Gálvez y le permitió ver más de cerca las fauces de los tiburones partidistas.

Buen momento para que la oposición advierta sus horizontes y sus oportunidades de crecimiento. Nada está escrito todavía.

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