Ciertos lugares de difícil acceso han sido bautizados con el nombre de quienes murieron tratando de alcanzarlos. Los sitios vírgenes son nombrados en honor de sus víctimas.

El estrecho de Magallanes recuerda al marino que se aventuró a los Mares del Sur. Dos circunstancias lo inmortalizaron: la desmesura de su empresa y la tragedia que la acompañó; de los 265 tripulantes mencionados en la placa conmemorativa de Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz, sólo 18 volvieron a buen puerto. Aunque el capitán fue ultimado en Filipinas, resulta lógico que dé nombre al estrecho que cruzó en 1521 y que simboliza el reto de sobreponerse a los caprichos del viento.

Durante años esa región fue ideal para naufragar. Abundan los reportes de barcos vencidos por las frías corrientes del sur, pero ninguno iguala al destino del Marlborough. En octubre de 1913, un velero de tres palos fue visto en la zona. Su aspecto envejecido, ya digno de un museo náutico, se explicaba porque había zarpado de Nueva Zelanda 23 años antes. Pero lo más asombroso no era la duración de su travesía sino la clase de tripulantes que llevaba a bordo. Un mismo rango unía al capitán y al último de los grumetes, pues todos se habían convertido en esqueletos.

¿Cómo fue posible que la nave sorteara los encajonados desafíos del estrecho? El escritor Óscar Barrientos Bradasic se ha dado a la tarea de contar las historias reales y las historias posibles de la Patagonia chilena, donde la tierra parece inconclusa y la gente vive con el aire pionero de quien se dispone a completarla. Entre sus muchos libros no podía faltar El barco de los esqueletos, que narra la desventura del buque que se perdió en la noche antártica y “pasó de los puertos reales a los mares de la imaginación, a las cosmogonías del espanto”.

Barrientos Bradasic revisa la copiosa bibliografía sobre el enigma de Marlborough. Es posible que la muerte de los marinos se debiera a un envenenamiento, pues casi todos estaban en el comedor. Esto refuerza la singularidad del drama; en un oficio amenazado por las tormentas, no se prevén los efectos de una sopa fatal. Sin embargo, lo que más intriga a los investigadores no es el veneno que provocó esa última cena, sino saber cómo fue posible que el barco navegara durante años sin estrellarse contra los acantilados. En una época en que la orientación de la proa dependía de los astros, el Marlborough circuló con una tripulación desprovista de ojos. ¿Una fuerza sobrenatural controlaba el timón? De ser así, ¿por qué no fue avistado antes?

Las hipótesis esotéricas tranquilizan la conciencia. Ante una causa paranormal no hay nada que hacer. Entre las conjeturas que ofrece Barrientos Bradasic elijo la más realista y, por eso mismo, la más preocupante. El Marlborough no estuvo a la deriva durante 23 años. Cuando sus tripulantes murieron, encalló en los hielos de la Antártida; quedó varado bajo las tormentas de nieve hasta que el derrumbe de un glaciar o un repentino deshielo lo regresó a su incierto recorrido rumbo al estrecho de Magallanes, que ya no pudo remontar.

El barco de los esqueletos no sólo recrea una historia irrepetible, sino que ofrece una alarmante metáfora de la modernidad. El navío de la muerte fue un anuncio de lo que puede surgir del hielo. Hace unas semanas dediqué un artículo a los gérmenes y los virus (algunos de 30 mil años de antigüedad y para los que no hay anticuerpos) que el calentamiento global descongela en Siberia. En 2017, Jasmin Fox-Skelly escribió al respecto en la página de la BBC: “La temperatura en el Círculo Polar Ártico está aumentando aproximadamente tres veces más rápido que en el resto del mundo. A medida que el hielo y el permafrost se derriten, pueden liberarse otros agentes infecciosos… Los científicos han descubierto fragmentos de ARN (ácido ribonucleico) del virus de la gripe española de 1918 en cadáveres enterrados en fosas comunes en la tundra de Alaska. La viruela y la peste bubónica también están probablemente enterradas en Siberia”. Si la humanidad no frena la contaminación, peores noticias saldrán de los polos.

En 1913, la Antártida lanzó una advertencia que no fue atendida. Atrapó un buque durante largo tiempo y lo liberó como una señal de lo que puede ocurrir con el deshielo en un planeta que ya sólo será recorrido por esqueletos.

Gsz

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